– Estamos haciendo el Banco del Futuro, señor El Viejo Consultor, por cierto, se me hace ridículo decirle así – y el joven CEO le llamó por su nombre
Aún no me lo he ganado, se dijo para sus adentros, El Viejo Consultor
– Tenemos un portafolio de proyectos, que es bien importante, en tres fases lo trabajamos, la primera es acercarnos a los líderes rojos, morados y azules
Le llamó la atención, que no dijera el nombre de los bancos a los que hacía referencia, su gran amigo Diego le dijo un día:
“La competencia, es tu cliente también”
– ¿Si tienes firmado tu NDA verdad? – un movimiento de cabeza indicó que sí – tenemos tres ejes de proyectos, que son …
En raras ocasiones, El Viejo Consultor regresaba a sus malos hábitos, este era uno de esos días.
– Una pregunta, Diego – así se llama el joven CEO – ¿Por qué tu estrategia está organizada por proyectos?
– ¿Por objetivos crees que sea mejor? – con un tono a la defensiva – ¿O conoces otra manera, más … de la vieja guardia? – un tono burlón sin anhelo de ocultarlo
Y entonces, limpió su mente de emociones, tenía práctica en ello, para decirle con un gesto de apoyo desinteresado:
“El banco del futuro gestiona por servicios de utilidad al cliente, no por proyectos”
– ¿Y qué diferencia hay? Al final será un proyecto – sentenció, mientras miraba a su gente, confirmando su visión
– Sí, es un error común, Diego, pero si no abandonas los servicios en su esencia, lograrás mejores resultados
– ¿Y eso como se hace? – el tono era otro, curiosidad genuina
– Es simple:
“El servicio tiene inicio, pero no tiene fin, no termina cuándo el cliente se va, porque buscamos que regrese, un proyecto inicia y termina, es la diferencia”
Y siguió un taller casi inmediato, para una prueba de concepto, entre la diferencia de un proyecto vs un servicio.