No olvides a Juliana

Al poner los pies en el piso, un mareo le regresó a la cama.

Aquella mañana parecía ser como las otras de tantos días que se le habían acumulado en la vida, los cabellos blancos daban constancia de ello, Juliana era su nombre y vivía sola desde que los hijos habían partido hace años ya, el amado esposo compañero de tantos años fallecido por complicaciones derivadas del Covid-19, se levantó y apenas puso los pies en el piso el mareo le hizo regresar para acomodarse.

¡Me levanté muy de prisa! Pensó para calmarse, descansó unos minutos para intentarlo de nuevo, ahora tuvo mejor suerte y se dirigió al baño, donde se duchó y se arregló para salir, ese era el día señalado, donde le depositaban su pensión mes a mes, un café nada más como desayuno y buscando las llaves, de nuevo el mareo le hizo caerse en una silla que estaba cerca de la puerta de su departamento, poco faltó para que tuviera un accidente, una mala señal ese mareo, buscó entre su bolsa una medicina, se colocó los anteojos que estaban dentro también y leyó la etiqueta, siempre se aseguraba que fuera la medicina correcta, su difundo esposo no leía y más de una vez se equivocó y le regañaba, ahora no está se dijo, un suspiro y retomo la lectura para asegurarse que era la pastilla que necesitaba.

Llamaron a la puerta …

Juliana no contestó, estaba leyendo el frasco y que borroso estaban las letras, que rara sensación tenía ahora, los llamados a la puerta fueron más fuertes, suspiró y preguntó que quién era.

– ¡Soy yo Juliana! – tuvo por respuesta, era la joven vecina que la visitaba de manera regular

Se puso de pie con lentitud y abrió la puerta, le dijo que no lograba leer y le hablo de los mareos, la vecina de unos veintitantos años afirmó que eran las pastillas correctas y fue por un vaso con agua para que las tomara, Juliana abrió el pequeño frasco blanco y al buscar dentro del mismo, no encontró nada, estaba vacío por completo, que contrariedad, tendría que ir a la farmacia por otro frasco.

La vecina se ofreció a buscar la receta, era un medicamento controlado, necesitaban mostrar el documento del médico tratante para lograr que se las vendieran, la encontró sin mucho trabajo y le dijo que ella iría por la medicina, para que no tuviera que salir por el mareo matutino.

– Te daré el dinero – dijo Juliana

Al buscar en su monedero, descubrió que no tenía más que unas cuántas monedas, pero hoy depositan la pensión – pensó – y le informó a la vecina que debían ir al banco primero a la sucursal, para sacar el dinero.

– Pero Juliana ¿Es seguro que ya tienes el dinero, en tu cuenta?  – preguntó la vecina intrigada – para no ir a formarse y que no tengas el dinero

– Claro hija – le respondió muy segura – casi siempre nos depositan a las diez de la mañana, son las nueve y media cuándo lleguemos ya debe estar el dinero

– ¿Y si no? – cuestionó la joven

Se quedó pensando y luego, sugirió que descargara la aplicación móvil del banco, le explicó que no era necesario que fuera que, una vez revisado el depósito, le podía hacer un SPEI desde la cuenta de Juliana a su cuenta, luego podría pagar con su tarjeta de débito y traería las medicinas para que la anciana no saliera de su casa, por el mareo y pudiera descansar todo el resto del día.

La cara de Juliana se arrugó un poco más por las muecas, su ceño fruncido indicada duda y frustración, esta niña que idioma habla pensó, ¿Qué es una aplicación móvil? ¿SPEI?

– Mejor vamos con la Lic. Rodríguez – sentenció la anciana – ella siempre me atiende en la sucursal y es muy amable

– ¿Y el mareo Juliana?

– Me siento mejor, muchas gracias – le respondió a la vecina – y necesito la medicina, vamos a la sucursal

A regañadientes la vecina le ayudó a buscar las llaves para salir, apenas llevaban media cuadra caminando, Juliana se apoyó en el brazo de la joven para no caerse, un mareo le hizo tambalear y ante la mirada de: ¡Te lo dije!, decidieron regresar al departamento y bajar eso que la chica llamaba: Aplicación móvil

– ¿Qué crees que pasó?

Esta pregunta me tomó por sorpresa, el relato que acabas de leer me lo ha contado Justino, estábamos tomando un café el martes pasado en Coyoacán en Ciudad de México, una de sus cafeterías favoritas de mi amigo, tenía un par de hojas y me estaba leyendo mientras yo comía un panqué relleno de arándanos que estaba delicioso, dejó de leer para preguntarme:

– ¿Qué crees que pasó?

La verdad es que yo quería que me terminará de leer la historia, tenía dos hojas y apenas llevaba leyendo uno por lo que pude apreciar, aunque respondí con una pregunta.

– ¿De dónde sacaste ese relato amigo?

– Me lo hicieron llegar, un amigo que es consultor de experiencias y mejora en el servicio, puede ser una historia inventada quizá, aunque él me dice que es real, que cuándo quiera me presenta a Juliana, vive cerca de su oficina, y estas hojas son parte de un ejercicio que consta de tres partes.

Y me explicó lo siguiente:

La primera parte consta de un relato, tiene varios relatos, una especie de caso a debatir como lo ha hecho la universidad de Harvard por muchos años.

La segunda parte es la reflexión, donde está la pregunta para el interlocutor o el público participante, me dijo que la idea era que una vez que tuviera a las personas contratadas para su nueva empresa, les haría este ejercicio y me enseñó una carpeta donde tenía muchos más casos.

“La alineación para ejecutar la estrategia, vendrá de contarles historias que se repitan una y otra vez” – Justino

La tercera y última parte, no me la dijo, a pesar de mi insistencia irracional y un intento de berrinche infantil, solo conseguí risas de su parte, pero no logré saber de qué se trataba.

– Debes terminar la parte I dónde te he leído el caso y II te hago la pregunta amigo, no hay manera de llegar a la III, anda vamos responde por favor

Hice una mueca de desagrado, me regresé a darle mi atención a mi panqué con arándanos, un leve suspiro y ante la paciencia infinita de mi amigo, no tuve más remedio.

– Tú ganas Justino, veamos

El respeto que le guardo a este hombre es importante, por ello me detuve a reflexionar en algo importante, la primera posible respuesta que pasó por mi cabeza no le hice mucho caso, no tenía sustancia y solo era un montón de palabras para salir del paso, mi amigo no merecía que salieran para sus oídos.

La tarde estaba muy tranquila, poca gente en la calle y un atardecer empezaba a cubrir el jardín de Coyoacán.

Suspiré, tenía la respuesta correcta y adecuada, pero entendía que tenía mucha responsabilidad en ello, no quería aceptarla y mencionarla, no sabía como reaccionaría mi amigo, luego me asaltó la duda ¿Y sí es una pregunta capciosa?

– ¡La aplicación no la supo usar Juliana! – dije de pronto, sin pensarlo mucho decidí que reaccionará cómo reaccionará, le tenía confianza a mi amigo, de eso trata la amistad y bueno los hechos hablaban

– Y no he tenido el valor de proponer otra cosa, a pesar de que sabemos cómo hacerlo – dije reprochando mi propia conducta

Debo decir que admiro a mi amigo, no hizo caso a mi segundo comentario, como si no lo hubiera escuchado, solo se quedó con que Juliana no supo usar la aplicación.

– A veces pensamos que digitalización es sinónimo de juventud y en este modus operandi se ejecuta – agregué

Justino se puso de pie, empezó con un aplauso y luego hizo un ademán de simular que se quitaba un sombrero imaginario

– Está claro que Juliana necesita otra cosa amigo – seguí diciendo, ignorando por completo el comportamiento de Justino – la necesidad es la misma, la manera de resolverla debe ser de otro modo, creo que debe tener tres cosas elementales – mi amigo puso las dos manos apoyando su rostro en ellas, mientras clavaba sus ojos en los míos, demostrando atención total.

  1. Minimalismo visual, operativo y en la comunicación
  2. Apego en experiencia a la herramienta digital más conocida
  3. Letras poco más grandes de lo normal

Otra vez, se puso de pie, aplaudió, aunque en esta ocasión no se quitó el sombrero imaginario

– ¿Quieres decir que debemos tener varias versiones de la aplicación? – preguntó intrigado

Estaba pisando terreno complicado, lo sabía bien de cierto, la idea se antoja bien en papel y en una conversación, pero cuándo platicas con un CEO las cosas tienen un cariz distinto, usan su oficio y debemos pensar en negocio, costos, tiempo, complejidad, oportunidad de mercado, y temas más de negocios.

– Sí – dije de manera contundente – y no – agregué con suavidad extrema

– Explícate por favor – urgió el CEO

– Lo vemos como si fuera Google maps amigo, tiene vistas no versiones, una vista de calle, de mapa y de satélite si no mal recuerdo, presenta la información con distintas maneras y eligiendo que va en cada vista para que sea apropiado y relevante lo que ves, traducido en utilidad de manera independiente cada vista, no compiten entre sí …

– Se complementan – terminó mi frase Justino

– Exacto amigo, se complementan – afirmé

Se hundió en cavilaciones durante unos momentos, me sentí en libertad total de interrumpir por la manera en que me había cuestionado

– ¿En qué piensas Justino?

– En nuestro mercado, si estás personas son nuestro nicho o deberían serlo, se tienen muchos retos al respecto ¿sabes?

Y me explicó algo que tenía aún por definir, dijo que tenía tres pendientes antes de iniciar de manera formal operaciones:

  • El mercado objetivo
  • Productos para este mercado
  • El tipo de licencia para los productos necesarios para el mercado elegido

Y cuándo tuviera esto claro o delineado más bien, empezaría a contratar personas para ejecutar la estrategia

– ¿Y que sigue en el relato? – pregunté cambiando de tema, tratando de que no pensara en sus pendientes

– Nada, es todo, de eso va el punto final y que querías saber hace rato con tanta insistencia que hasta berrinche hiciste amigo, las conclusiones dependen de cada negocio y mercado, las conclusiones para ejecutar se trata el punto III

Me sentí un tanto decepcionado, luego pensé mejor las cosas y me interesé un poco más

– ¿Si quieres ser mi CIO?

La pregunta hizo que escupiera el café que estaba tomando, ya me había negado y sería parte del consejo corporativo, no entendía por qué la insistencia.

– Ya lo habíamos hablado amigo ¿no?

– Es que no encuentro a nadie ideal ¿Conoces alguien que pueda llenar el puesto?

– Pues, que estás solicitando ¿Qué debe saber o tener amigo?

Se acomodó en su silla, esa tarde hablamos de muchas cosas, pero esta lo puso serio primero, luego sonrió muy franco para decir

– Es fácil, Héctor

– Para ti, Justino

Risas

– Debe ser un técnico unicornio

– ¿Cómo es eso amigo? – intrigado estaba

– Debe saber de tres temas: entender negocios financieros, experiencia en tecnología y conocimientos de Ciberseguridad

– Nada fácil, amigo, nada fácil

– Así es, pero prefiero esperar a contratar el mejor talento amigo

Y una cosa llevó a la otra, y se me ocurrió preguntar por pura curiosidad mal sana

– ¿Y cómo sabrás que tiene esos tres aspectos, y es un técnico unicornio?

– En la entrevista, bueno, no es entrevista en realidad

Afuera, la temperatura empezaba a disminuir y el fresco de la tarde se asomaba, me levanté para tomar mi suéter mientras el mesero nos decía que, si queríamos algo más, ambos optamos por un té caliente para el frío, la conversación empezar a tomar un nuevo aire

– Si no es entrevista ¿Qué es amigo?, en un caso hipotético ¿Me puedes entrevistar para contratarme cómo CIO?

Hizo pequeños sus ojos como enfocando mejor, luego sonrió, se acomodó mientras le servían el té y dio comienzo el proceso … pero esa es otra historia, que es muy interesante.

Apenas habíamos iniciado me dijo:

– ¡No olvides a Juliana!, es un ancla mental para afianzar la cultura

– ¿Y en español simple, que es eso?

“Juliana es el problema encarnado de un consumidor mayor, es su contexto el importante, no solo la interacción con nuestro servicio” – Justino  

Le pedí que me lo repitiera, mientras lo apuntaba, luego seguimos con el proceso para CIO, que te contaré muy pronto.

Autor: Héctor Ortega

Muchas gracias por leerme

Héctor Ortega

Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 500 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation

Y autor de los libros: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” y “Una serie de preguntas incómodas” disponibles en Amazon

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