El tiempo, es la medida del CEO

El CEO se levantó esa mañana adormilado, una mala noche había pasado y la cabeza le daba vueltas, sentía una resaca sin que hubiera ingerido alcohol, bajo las escaleras de su dormitorio sin hacer ruido alguno, no quería despertar a su esposa ni a sus pequeños hijos, al llegar a la cocina saludó a Lupita la señora que les ayudaba con los temas de limpieza y aspectos generales del hogar.

Lupita una señora de cuarenta y tantos años con dos hijos adolescentes, apenas y respondió el saludo de Justino, cosa muy rara en ella, siempre estaba de buen humor y ahora la ausencia de esa actitud no parecía normal, aunque al CEO le pasó inadvertida tal situación, solo quería una aspirina para el dolor que le taladraba la cabeza, en su mente solo necesitaba no sentir dolor, el resto no importaba en absoluto.

Lupita le consiguió la pastilla y un café americano, Justino con un simple además de cabeza agradeció informando que no desayunaría, tenía que salir, dirigió sus pasos al baño para una ducha matinal, mientras se bañaba el agua tibia y las pastillas hicieron su trabajo, disminuyendo de manera paulatina el dolor que sentía, hasta desaparecer por completo al terminar el baño relajante.

Entró en la recamará muy contento, su esposa ya se había levantado para entonces y se empezó a cambiar para irse a la oficina, mientras se arreglaba esperaba que su esposa llegara para saludarle, cosa que no pasó, por más que espero no llegaba, estaba terminando de arreglarse y le entró una llamada de BancoT, era su director de operaciones que le detallaba como se estaba atendiendo el problema que le originó la mala noche a Justino, solo asentía con la cabeza de vez en cuando, miraba por el amplio ventanal con la mirada perdida, no estaba contento y su ceño se fruncía mientras avanzaba la conversación y el director de operaciones se hundía en explicaciones, apenas asintió al finalizar la llamada, se hizo de su saco y tomo su portafolio dirigiéndose a la salida de su hogar.

Para salir tenía que pasar frente a la cocina, no estaba concentrado y solo pensaba en llegar a su oficina para resolver el problema que no dejaba operar a los clientes, a grandes zancadas con la mirada en la puerta iba el CEO, pero una voz le detuvo en seco, el tono quizás que conocía perfecto, la entonación hizo que su preocupación y enojo se disipara.

– ¡Te vas sin avisar! – dijo una pequeña voz femenina, luego unos bracitos le rodearon el cuello llenado de besos el rostro del CEO ¡Su pequeña hija ya despierta, le besaba!

Y otra mujer le reclamaba con la mirada, su esposa que, con un gesto de reproche mal fingido, estaba mirando la escena o al menos eso creía

– ¿Ya sabes que Lupita no pudo dejarles dinero a sus hijos para comer?

Se quedo petrificado, recordaba que meses atrás por consejo de su esposa, la Sra. Lupita cambio todas sus cuentas a BancoT para que no tuviera que salir, es mucho más cómodo ya que no tiene que visitar ninguna sucursal – le dijeron –

¡Ahora no puede operar, y no dejo de comer a sus hijos! – pensó, el desorden que dejas una vez más –

Tuvo una idea que desechó apenas llegó, darle en efectivo algo de dinero, no era la solución por supuesto, solo atino a decir a su esposa que estaba en eso, lo arreglaría en unos minutos que por favor confiara en él, cosa que hizo explotar a la mujer

– ¡Siempre he confiado en ti, Justino! – le gritó, su matrimonio pasaba una mala racha, los tiempos que ahora pasaba en BancoT empeoraban la relación, ahora tenía más operación y más problemas

Se dirigió a la sala sin hacer mucho caso al reclamo de su esposa, estaba concentrado en arreglar en problema para Lupita, le marco a su CIO para que le diera explicaciones, Justino tenía amplios conocimientos técnicos era complicado mentirle o decirle que no tenían idea de que pasaba, un CEO complicado muchas veces por esta formación.

La explicación del CIO no le convenció y ordenó – ¡Vamos al DRP! – colgó sin esperar respuesta- A grandes males grandes remedios

No quería regresar a la cocina, pero tampoco quería irse, tenía que resolver a Lupita para que pudiera librar esa batalla, al menos por hoy – pensó –

Unos cuántos minutos interminables, por cierto, le marcaron para decirles que estaban operando con normalidad pero que harían el recuento de los daños, revisar si los saldos cuadraban, donde se perdieron datos y cifras control, pero que estaban operativos en su totalidad.

Lupita al recibir la noticia se alegró mucho, hizo los movimientos que necesitaba hacer y agradeció al CEO el apoyo, que como respuesta solo hizo una mueca, recogió su portafolio y salió disparado a su oficina, el día apenas empezaba, este era el menor de sus problemas.

Su teléfono sonó y pensó en no contestar, no tenía humor, pero y si urge, reviso de mala gana el número para ver quién le llamaba, leyó:

Diego, el viejo

Así lo tenía registrado el número del viejo Chairman, no supo si alegrarse o enojarse, un sermón en este terrible día era lo último que necesitaba, pero le debía mucho a su mentor, era obligatorio responder

– Diego, hola que gusto ¿Cómo estás?

– Justino, me han dicho que tienes unos días complicados – el viejo siempre ha sido directo, quizá demasiado pensó Justino ¡Qué le importa!

– Nada que no pueda controlar, Diego – respondió molesto –

“Los problemas son oportunidades de lecciones” – Diego

Esta frase la recordó y asumió que Diego la pronunció, añadiendo a su respuesta

– ¿En que te puedo ayudar Diego, estoy un tanto ocupado?

Al otro lado de la línea no se escuchaba nada, un silencio por demás molesto, el CEO no le importaba ser descortés con su mentor, mucho sabía ya y no podía ayudarle, estos son otros tiempos le dijo una voz en su cabeza y asintió

– A mí, en nada, si quisiera ayuda no te la pediría a ti Justino – no esperaba esta respuesta, una voz seca, directa y llena de orgullo, nunca le había escuchado decir algo similar, siempre fue el viejo mentor, sabio y paciente, tuvo un arranque y decidió colgarle

– Tu esposa me habló, Justino, si quieres ayuda tienes que pedirla ¿No crees que te pueda ayudar? Cierto

Como si leyera sus pensamientos su rabia sin control alguno se hizo infinita, luego suspiro y se hundió en la vergüenza dejándose arrastrar sin miramientos, para luego recuperarse ante su desliz emocional, recuperando el control

– Diego, tengo problemas con el Banco, tengo graves temas de controles internos, por si fuera poco, me están auditando y además traigo una revisión del ente regulatorio

– Pero, no es lo más importante querido amigo – suavizando en un tono paternal la voz –

Justino tuvo que hacer un gran esfuerzo para no enojarse más, ¿Qué diablos puede ser más importante? – pensó

– Si no tienes la respuesta Justino, es hora de que hablemos, hay una última lección que debo darte

No estoy para lecciones ahora, que parte que tengo problemas no entiende, que debo resolverlos que es mi responsabilidad, vaya viejo tan molesto e impertinente, no todo tiene que ver con él, no tiene todas las respuestas, no es mi jefe … – Y así una serie de pensamientos negativos invadían al CEO

– Te espero en mi casa, Justino – imposible entender como sugerencia la petición, era una orden clara

Enojado, tuvo la idea de no ir, pero no podía, Diego tenía mucho poder aún, no era muy rentable desobedecer a este señor, su rabia iba en aumento y pensaba descargarla con su equipo que no resolvía nada

¿Y el viejo?, resolvió no ir, dio vuelta al carro y se enfilo al BancoT

Bajo la ventanilla del coche, el aire fresco de la mañana le hizo cambiar de opinión, se empezó a calmar poco a poco, se avergonzó de sus rabietas, no era normal en él ¿Qué pasó que perdió el rumbo?

Un rechinido de llantas se escuchó haciendo que los perros ladraran, el CEO frenó sin importarle las consecuencias, se orilló en la calle, al bajarse del carro dejó que el sol le diera un par de caricias

¡Su familia era lo más importante!

El pensamiento le llegó de pronto, le marco de manera impulsiva a Diego diciendo que iba en camino, que resolver el problema con su esposa era el único problema que importaba, al otro lado una voz dijo que lo esperaba, la aprobación se notaba en el tono

Diego salió a su encuentro y le invito a caminar por su enorme jardín, vivía en las afueras lleno de árboles y sonidos de pájaros saludando a la mañana, le dijo que escuchara y pusiera atención.

“El tiempo libre, es la medida del CEO” – Diego

Dijo despacio estas palabras, luego le explicó que las prioridades en la vida debían estar claras

“Si el CEO opera o dirige, puede hacer la diferencia” – Diego

Y le dijo en un tono de confesión: ¡Tu esposa no me hablo!, me lo dijeron tus colaboradores más cercanos

Toma tiempo y arregla las cosas con tu familia, eso es lo que importa ¿O ves que yo dirija algo aquí?

En ese momento una anciana sonriente, venía a su encuentro cargando una charola con dos tazas humeantes de café, la esposa de Diego, sonrieron en total complicidad

Esa mañana, Justino aprendió tres cosas, según me dijo después

La familia es como una inversión, si quieres tener buenos dividendos debes cuidarla mucho

Tu equipo debe ser el mejor, si no es posible ¡cámbiale!

El CEO no carga a la empresa, solo marca el rumbo con apoyo de su equipo

Justino se tomo una semana para detenerse y reflexionar, las cosas mejoraron en casa, la única molestia de su esposa era que no tenían el mismo tiempo de antes y empezaba a poner el trabajo sobre cualquier tema de la familia.

No fue un tema sencillo, pero mandó a revisar a su primera línea, la audito un tercero para revisar sus competencias y dictaminar quién tenía futuro y merecía una segunda oportunidad, lo complicado fue saber quién estaba en una zona de confort y esto se reflejaba en los problemas que tenían.

El CEO fue justo pero firme, busco colocar en puestos menos demandantes a las personas como el CIO y el director de Operaciones que tuvieron que abandonar la organización, y diseñaron un proceso de contratación basado en pitch de negocios como punta de lanza, el resultado fueron dos mujeres que eran autenticas guerreras desde temprana edad, luchando por puestos directivos tenían esa hambre que el CEO empezó a perder.

Regreso poco más de un mes después con su mentor, para disculparse por su comportamiento, agradecerle las lecciones y con mucha humildad pedirle, que siguiera siendo su mentor, mucho tendría que aprender, el viejo sin inmutarse le pregunto:

– ¿Cuándo crees que deje a mi mentor, para ser libre?

Justino imagino que, dada las grandes facultades de Diego, debió ser pronto y así lo expresó, el viejo Chairman rio muy fuerte, en absoluto querido amigo, al igual que tú no quería dejarlo, pensaba que no podría sin su consejo siempre acertado

– ¿Y entonces? – cuestionó

“Si quieres aprender, debes encontrar a quién enseñar” – El mentor de Diego

– Eso me hizo hacer mi mentor, y es lo mismo que harás Justino – dijo Diego

Al otro día el CEO empezó una lista de posibles candidatos, todos ellos grandes personajes de su equipo, la nueva CIO le parecía ideal, la directora de Innovación Martha con mucho potencial, su lista tenía mucho futuro, pero como muchas cosas en la vida, uno pone y el destino … dispone.

Muchas gracias por leerme

Autor: Héctor Ortega

Héctor Ortega

Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 400 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation

Y autor del libro: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” disponible en Amazon

https://www.amazon.com/author/hctorortega