Ayer por la tarde y de improviso llegué a BancoT, estaba cerca de las oficinas centrales y decidí pasar a saludar, de manera general Justino siempre tiene espacio en su agenda, por la manera en que delega y opera el negocio.
Pregunté a la Sra. Luisa su nueva secretaria, quién apenas me saludó me dijo que Justino estaba en su sala de juntas que podía pasar, le di las gracias y me dirigí a ver a mi amigo, me quedé de una sola pieza al ver su sala de juntas tapizada en todas las paredes con papel para dibujar, una gran sabana blanca te daba la bienvenida a la sala, entonces vi un Justino armado con varios plumones de colores en la mano derecha, no quise interrumpir su concentración, no notó mi llegada seguía ensimismado en su quehacer, al ver los dibujos eran bloques de palabras con dibujos simulando bloques armables como figuras de juguete, de esas que formas figuras con ellas.
Luego de unos minutos, se percató de mi presencia, se frotó las manos con gel antibacterial y se colocó el cubrebocas, acto seguido me saludo con un ademán para acercarme, luego de chocar los puños pregunté:
– Amigo ¿Qué haces? ¿Qué es todo esto?
Y me señalo una torre de papeles en la mesa, luego me señalo sus plumones de colores, seguía sin decir palabra alguna, apretó los labios en señal de detener un pensamiento que quería salir en palabras, suspiro para decirme:
– Vamos amigo, te invito un café aquí cerca, me sirve para despejar ideas y te platico que es todo esto
Sin esperar una respuesta, tomó su saco y nos dirigimos a la cafetería que está a dos cuadras de la oficina de BancoT, en el camino conversamos sobre la familia, la salud y poco más, nada relevante para compartir contigo hasta que llegamos a la cafetería.
– Me sirves dos cafés latte calientes como siempre, por favor
– Sin azúcar Justino – agregó el dependiente de la cafetería y mi amigo sonrió en aprobación –
Nos dirigimos a la mesa que nos gusta mucho, de suerte estaba desocupada, está en una esquina donde se puede platicar a gusto, no hay mucho ruido y tiene dos sillones muy cómodos, apenas nos sentamos empecé con mi bombardeo de preguntas, mi amigo me detuvo apenas empecé para contarme lo que pasó, va más o menos así:
Me preguntó si recordaba a Rubén, el joven abogado que tan buena impresión me había dado cuándo me lo presentó, claro que lo recordaba, un tipo inteligente y con una gran conversación, Justino ignoraba que hasta he ido a comer con Rubén y lo he sumado a mi legión de amigos para una buena conversación, no quise hacer comentario alguno solo asentí con la pregunta de Justino.
– ¿Qué tiene que ver el abogado Rubén amigo?
Casi de manera mecánica repetí la frase, haciendo énfasis en “vivir el contrato”, y antes de que pudiera siquiera decir algo, el CEO me empezó a explicar que esta frase del abogado trajo un recuerdo que en el tiempo parecía olvidado, es una lección de Diego el antiguo Chairman de BancoT y mentor de Justino, tantas enseñanzas en tan poco tiempo que algunas se escaparon en el momento, y me contó algo peculiar del viejo.
Años atrás entró a la oficina de Diego, este tenía unas tijeras en las manos y tapizada su oficina con una sabana de papel blanco en la pared, el viejo afanoso recortando una figura para luego apoyado con un resistol pegar en la pared el recorte, Justino muy sorprendido por esta actividad algo muy inusual en el viejo, no dijo nada se limitó a observar, con Diego se encontraba la Sra. Lupita la secretaria quién iba y venía de la impresora a la mesa con hojas y más hojas, al observar de cerca Justino logró darse cuenta que eran contratos o algo legal por la redacción y el formato, ya tenían una torre de hojas que seguro eran un contrato importante, Diego no se daba por enterado de la presencia de Justino, afanado en recortar las hojas que su secretaria pasaba, leía y recortaba párrafos completos para luego marcarlos con anotaciones, ponía Resistol y pegaba en la pared, así seguía sin notar el mundo exterior y, mi amigo argumenta que así pudo seguir allí la escena, Justino de pie y el viejo leyendo, recortando, anotando y pegando en la pared.
Le interrumpí el relato, para preguntar:
– ¿Hace cuánto paso esto amigo?
Me miró con sorpresa, me platicaba algo inusual de Diego que prometía ser una lección importante y solo se me ocurría saber cuándo paso … hizo un gesto de esos que quieren decir: ¡Bueno, así es raro mi amigo!
– Poco más de 6 años
Y restando importancia a mi pregunta, siguió el relato mencionando que decidió interrumpir a Diego, lo pensó muy bien que diría para sacarle de su concentración máxima en el acto de leer, anotar, pegar que parecía muy importante para él.
– Diego ¿Te puedo ayudar en algo?
El viejo que apenas notaba la presencia de Justino, lo miro con extrañeza
– ¿Cuánto tiempo llevas parado ahí? – preguntó –
– Poco más de 20 minutos Diego, no quería interrumpir
– O tal vez, querías adivinar que estoy haciendo, o saber quizá si ya me volví loco ¿No Justino? – inquirió el viejo lobo de mar, ante una sonrisa nerviosa del CEO
Abrevió el relato en ese momento, para contarme sin más detalles que estaba haciendo Diego
Y antes de que dijera algo, le dijo que por experiencia personal alguna vez tuvo un problema legal del cuál que no dio detalles, por dejar todo en “manos de los abogados” y dar por entendido el contrato, a partir de ese día busco una manera de entender que firmaba en sus términos y de manera simple, lo que Justino estaba viendo era el contrato impreso de la adquisición de un negocio que … (Estaba apuntando y me detuvo mi amigo, dijo que esto no podía decirlo, ofrezco disculpas, pero no cambia ni suma al relato y la lección que nos da)
En tres pasos, el viejo hizo un algoritmo para entender lo que firmaba, previo imprimir en varios tantos el contrato, los pasos posteriores son los siguientes:
- Recortar los párrafos del contrato, todos los relevantes que implican una obligación o un derecho (o que consideras que es así, si tienes dudas, es mejor considerarlo)
- Al margen, coloca anotaciones de tu entendimiento del párrafo, de preferencia en tus palabras, para tener claro las cosas que debes tener en cuenta
- Definir todos los posibles escenarios que imaginas surjan en el futuro, para luego con los párrafos colocar como te puede ayudar a afectar, al final es lo que firmaste
“Debes tener diagramas para los posibles escenarios, para acomodar en consecuencia las obligaciones y derechos del contrato, siempre hay más de uno” – Diego
– ¡Es lo que estabas haciendo amigo! – dije emocionado, ante la afirmación del CEO
Me explicó que este ejercicio daba sentido y le quitaba esta parte engorrosa de revisar contratos, era VIVIR el contrato como bien dice Rubén el joven abogado de BancoT, entender que firmas y como en diversas situaciones puedes tener problemas o alguna oportunidad, al finalizar el ejercicio tienes la certeza de las obligaciones que has contraído y los derechos que tienes como participante del contrato.
– Amigo, eso ya tiene nombre – le dije –
– ¿En serio? – preguntó extrañado el CEO – ¿Y cómo se llama?
Le expliqué que estuve viendo de ese tema, le llaman “Legal Service Design”, tuvo sus inicios formales gracias al trabajo del Legal Design Lab de Stanford, bajo la dirección de Margaret Hagan, que fue fundado en 2013, y cuyo objetivo es mezclar el derecho, el diseño y la tecnología para promover la innovación legal y el acceso a la justicia
Si buscaba una definición simple, podemos decir que consiste en combinar derecho y diseño para conseguir un lenguaje jurídico entendible para las personas.
Lenguaje jurídico para los negocios del siglo XXI: Transparente, fácil de entender, negociar e implementar.
Mi amigo hizo una mueca para agregar:
– Interesante, pero no hemos cambiado el lenguaje que mira que ayudaría mucho sin duda
– Tienes razón – agregué – creo que esta práctica de vivir el contrato es de vital importancia para tener claro los compromisos contraídos en los diversos escenarios que se puedan presentar
– Es una gestión de riesgos – añadió mi amigo para concluir –
Una vez terminada la explicación de lo que hacía cuando llegué a su oficina a visitarlo, nos regresamos a BancoT donde ahora sí entendía los dibujos y la oficina tapizada de recortes, anotaciones y flujos, que gran idea y mira que el contrato tenía muchas hojas impresas … decidí despedirme de mi amigo, suficiente tiempo ya le había quitado.
Autor: Héctor Ortega
Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 400 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation
Y autor del libro: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” disponible en Amazon