Era un domingo por la noche, el reloj marcaba sin cansancio los minutos uno tras otro, las manecillas señalaban las 10:24 pocos ruidos se escuchaban en la habitación, Justino sentado en la orilla de la cama viendo jugar a su hijo con un muñeco que luchaba contra el malo de la historia, muy entretenido no daba señales de querer dormir y al día siguiente veríamos las consecuencias – pensaba el padre – vaya momento para que mi esposa se haya ido a ver a sus padres, pero le hacía falta y era necesario.
¿Qué podré hacer para que se duerma?, esto es más complicado que ser CEO de un banco – dijo un poco malhumorado –
– ¿Qué te pasa papá? – preguntó inocente el niño, interrumpiendo la cruenta batalla entre sus gladiadores
– Nada, mi vida … tienes que dormir por favor, para que mañana puedes despertar para la escuela
Cada vez que se quedaba solo con los niños, le daba por consentirlos un poco más que de costumbre y este domingo no había sido la excepción, pero cometió un pequeño error que lo tenía ahora contra las cuerdas, se le ocurrió darle una malteada de chocolate antes de dormir a su hijo, y ahora ante la avalancha de azúcar en su ser, el pequeño no tenía interés en dormir esa noche.
El teléfono le sacó de sus pensamientos, era su esposa y no pudo evitar un mohín de disgusto al tener que dar explicaciones, pero ni hablar, con la voz más dulce y en tono bajo dijo:
– ¡Hola, amor! ¿Cómo están mis suegros? – ante el murmullo en la bocina, su esposa comprendió que estaba durmiendo a los niños y que era mejor otro momento, le dijo rápido que todo bien y que mañana se comunicaba, o que más tarde si tenía tiempo le mandara mensaje para saber que estaba todo bien, a lo que Justino asintió muy dócil y aliviado colgó.
Una sombra se dibujó en el dintel de la puerta de la recámara del niño, Justino se volvió para ver la silueta que con los brazos cruzados movía la cabeza en señal reprobatoria y una mueca en la boca de disgusto total, una niña poco mayor que su hermano, pero con el gesto y semblante que emana la autoridad heredada de la madre.
-Hola hija – dijo Justino apenas la vio en la puerta y no pudo contener la vergüenza ante la situación –
La niña, avanzo unos pasos y le tomo con ambas manos la cabeza a su padre y en tono dulce y bajo para no ser escuchada por el niño le dijo:
– Papá, mi hermano solo se duerme si le aburres – y salió de la habitación con pasos largos y en señal de triunfo agitó la mano como despedida –
Y Justino, recordó un cuento sin fin de sus años de infancia, que en resumen habla de un Rey que le gustaban mucho los cuentos, pero tanta era su obsesión que no paraba uno y ya quería escuchar otro, nadie había podido saciar tal necesidad del monarca que en un acto de exageración y de poder dio un decreto:
“Si alguien le podía contar un cuento sin fin, le daría el su trono y la mano de su hermosa hija casadera, pero … (siempre existe un riesgo en estas historias), no conseguía el cometido, le cortaría la cabeza con un hacha que mandó construir de manera específica para tal fin”
Cuentan los habitantes de ese reino, que muchos personajes desfilaron desde tierras lejanas, unos contaban cuentos de días sin parar … pero siempre terminaba el cuento, y la cabeza terminaba separada del tronco para dar paso a otro hombre que contaba un nuevo cuento.
Pasaron los meses y nada cambiaba, el monarca hastiado de cuentos que terminaban seguía cortando cabezas de los pretendientes al reino y la princesa, conforme trascurrieron los días uno tras otro, eran menos largas las filas de jóvenes y viejos que venían al reino, es que eso de separarse de la cabeza que nos acompañó desde el nacimiento, no es cosa fácil.
Pero un día que de manera particular el sol brillaba en todo lo alto del cielo azul, se apareció un joven moreno y bien parecido, venía con vestiduras que detonaban sencillez pero algo en sus maneras hacía sospechar lo contrario, quizá el porte o la manera de andar, la mirada de ojos negros y directa sin ser ofensiva, una media sonrisa dibujada en el rostro que fue dedicada a la princesa al pasar con la reverencia correspondiente, hasta llegar enfrente del Rey que malhumorado solo dio de manera brusca la orden de que inicie el cuento, mientras mandaba afilar el hacha que separaba a cabeza del cuerpo.
El joven gallardo ni se inmutó ante la orden, tal era su seguridad que pidió permisos para empezar su cuento, el Rey le detuvo y pidió unos cojines para estar más cómodo, una vez satisfecho en su nueva posición ordenó al joven que iniciara su cuento y así lo hizo:
Érase una vez oh Rey mío, la verdad es que nadie sabe por qué todos los cuentos empiezan así, pero bueno es costumbre de hacerlo y de tantas veces que el Rey lo escuchó quería pasar a los detalles, pero el joven no le hizo caso alguno y concentrado en su historia siguió, en un pueblo que está detrás de donde el sol se pone, un monarca sabio y elegante que gobernaba a su pueblo con rigor y justicia, amado por toda su corte y sus súbditos durante muchos años, hasta que un día un sueño le inquieto y mandó llamar a sus sabios para que le interpretarán dicho sueño, después de mucho cavilar los sabios hablaron y le dieron la señal que veía en su sueño …
-Espere joven – interrumpió el Rey – ¿Qué soñó?
– Su majestad – dijo el hombre – eso es lo que menos importa, nadie sabe con exactitud y no me gustará mentirle ni inventarle la historia, solo soy fiel a los hechos y así me han sido narrados ¡oh majestad!
El Rey, no muy convencido hizo un ademán de que continuara … estaba muy complacido hasta ahora con el cuento, tenía interés en ese monarca sabio y elegante, al pensar en ello hizo acuse del halagado, arreglándose en sus cojines hasta sentirse cómodo por completo.
El joven con un ademán de cabeza, en señal de respeto, siguió con su relato …
Los sabios majestad, llegaron a la conclusión que la señal era escasez para la comarca durante diez años venideros y eso tendría muchos problemas para los habitantes que pasarían hambre, y mucha pesadumbre era lo que el futuro les aguardaba y las señales indican que esto pasaría en cinco años. El monarca sabio y elegante – dijo el joven aludiendo el parecido con su interlocutor – no se inmutó ni un ápice, mando a una comitiva a construir un granero enorme, el más grande que puedan construir ordenó y quiero que a partir de ahora se llene de trigo, durante el tiempo que tenemos lo vamos a llenar para esperar esos años duros pero estaremos prevenidos, y las órdenes de un Rey – dijo el joven, de nuevo adulando al monarca presente – deben ser ejecutadas sin preguntas – el Rey asintió con la cabeza –
El granero fue llenado hasta el tope, no se podía poner un grano más dentro. Pero oh Rey mío, hasta el mejor cazador se le va la liebre, la mejor costurera deja un hueco pequeño en la tela, las personas que hicieron el granero olvidaron un tapar un pequeño agujero muy diminuto y casi imperceptible a la vista.
Al llegar la fecha señalada, un eclipse marcó el inicio de la escasez y una lluvia de langostas le siguió, ellas arrasaron con todo lo que vieron en un abrir y cerrar de ojos, la comarca quedó limpia de todo trigo y alimento que estuviera sembrado o en el campo majestad – el Rey apenas y tomaba nuevas posiciones para estar cómodo con el relato del joven – y en un abrir y cerrar de ojos la desgracia llegó.
El joven hizo una pausa, el Rey hizo un además al verdugo para que trajera el hacha, pero el joven solo pidió agua dijo que para continuar … el monarca suspiró aliviado, no porque le simpatizará el joven sino el interés de saber en que terminaba este nuevo cuento …
Las langostas se fueron a buscar más alimento a otra parte, y dejaron una estela de destrucción a su paso, al día siguiente oh Majestad, salieron hormigas de la tierra, pequeñas, rojas y hambrientas, no había nada que comer y nadie reparo en ellas, ni el menor caso les hicieron, es que había otras amenazas más grandes … decían. Estos insectos buscaron desesperados comida para su colonia, no sabemos a ciencia cierta si fue el instinto, su olfato, la naturaleza, mandato divino o castigo para el monarca, las hormigas encontraron el pequeño hueco en el granero, solo podía pasar una por una hormiga diminuta, y traer de regreso un solo grano de trigo …
El rey estaba muy concentrado, el relato lo tenía pensativo y no decía nada, lo cual era raro, siempre interrumpía los cuentos para conocer detalles, cabe mencionar que toda la corte estaba interesada, tan buen narrador era aquel mozo contador de cuentos.
¡Y oh Majestad, una hormiga entró al granero y sacó un grano de trigo! – dijo fuerte y viendo uno a uno de los miembros de la corte que escuchaban para terminar viendo al Rey.
La hormiga salió con su carga, para dejar paso a otra hormiga que, ¡entró al granero y sacó un grano de trigo! Para dejar paso a otra hormiga que …
– ¡Está claro! – dijo el Rey – por favor adelanta esa parte, quiero saber que sigue – el tono no era petición, era una orden y la corte se estremeció –
El joven, se inclinó ante el monarca en una reverencia respetuosa y no carente de exageración premeditada, diciendo:
-Oh majestad, qué más quisiera yo y encantado lo haría, pero no puedo saltar la primera parte sino hemos terminado, además las hormigas solo han sacado un puñado de granos y el granero inmenso sigue lleno hasta los bordes – y sin esperar reproches siguió –
La hormiga salió con su carga, para dejar paso a otra hormiga que, ¡entró al granero y sacó un grano de trigo! Para dejar paso a otra hormiga que …
Así estuvo el resto del día y la noche, el Rey se durmió de aburrimiento y al despertar el joven seguía diciendo:
La hormiga salió con su carga, para dejar paso a otra hormiga, que ¡entró al granero y sacó un grano de trigo! Para dejar paso a otra hormiga que …
El Rey se volvía a dormir a los pocos minutos, solo de escuchar semejante repetición, pero no se rendía y quería saber que pasaría con ese pobre reino, es que uno debe aprender de los errores ajenos – se decía –
Así pasaron meses que hicieron un año, el joven solo se detenía para dar bocados de comida y beber agua, a veces apuraba una copa de vino, pero entre trago y trago se le escuchaba decir …
La hormiga salió con su carga, para dejar paso a otra hormiga que, ¡entró al granero y sacó un grano de trigo! Para dejar paso a otra hormiga que …
El Rey se dijo una tarde que no soportaba ni el encierro ni la perorata del joven, que o se hacía viejo y era probable que las hormigas solo sacarán unos puñados de trigo, así que declaró al joven el ganador del reto, le dio su reino y su hija, lo segundo le costó más que lo primero, pero la palabra de un soberano se debe hacer cumplir y no se discute.
El hijo de Justino hacía rato que ya dormía, un leve ronquido le sacó de concentración y se detuvo para arroparle y acomodarlo en una mejor postura para descansar.
Lo que te he platicado, me lo narrado tal cuál mi amigo y presumo que igual que usted querido lector, me quedé pensando en que tiene que ver con ser CEO de un banco y esa historia de las hormigas y el cuento para su hijo, al terminar de contarme me dijo:
– Sé que no le ves la relación, pero me quedé pensando mucho en ello
Mientras la banca está pensando en que vendrá un GAFAM (Google, Facebook, Amazon, Apple, Microsoft) a destronarle, es posible que nos estemos llenando de jugadores pequeños, que poco a poco sacan del granero, y no lo estamos viendo ya que es paulatino.
Si en algún momento, nos comen los nichos de mercado, si entran a hipotecario y pymes para empezar, un escenario que se me ocurre es el siguiente:
Imagina, que llegan cuatro Fintech de nicho para PYMES, y empiezan a entrar en el mercado con diversas ofertas que en suma hacen una innovación para quién recibe el servicio.
– ¿Tú cambiarías a BancoT Héctor?, como tu banco de operación base – me cuestionó mirándome fijo a los ojos
El detalle de La rebelión delas hormigas y las preguntas de mi amigo Justino, lo tendrás disponible en el tercer libro de las #CharlasConJustino, espéralo para 2022
Autor: Héctor Ortega
Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 400 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation
Y autor del libro: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” disponible en Amazon