¡Será tu primera reunión de consejo!, estarás como invitado para revisar el proyecto de innovación que tendrás a tu cargo y responsabilidad.
– ¿De verdad, sueñas con eso amigo?
– Si Héctor, a veces sueño en el empleo donde nos conocimos, muchos años ya amigo
– Por cierto, no me has contado como te fue en esa ocasión, pero no en tus sueños, en la vida real cuándo le reportabas a Gustavo
Me platicó que fue real, Gustavo en ese entonces su jefe, le invito a la reunión de consejo con los socios de la empresa, consejeros independientes y todo el esquema de gobierno corporativo de ese banco donde trabajamos juntos, casi diecisiete años han pasado de esos días, como pasa el tiempo, le habían nombrado responsable de un proyecto que en esos días no se llamaba innovación, Justino estaba a cargo de banca móvil de esos días, la innovación se hacía no por laboratorios en sí, el esquema era un tanto distinto, mi amigo tiene una frase para ese proceso.
El dueño del consorcio al que pertenecía el banco es alguien directo, con poca disposición a las explicaciones, valora tiempo y ejecución sobre cualquier cosa, tiene una frase al respecto, que no puedo compartir pero que va en el sentido de que la cosas se tienen que hacer, por qué más vale que estén medio hechas a no hacer nada, claro que con la manera en que lo dice es concreta y se capta más rápido.
El proyecto que presentarían estaba relacionado con pagar el servicio de taxi con ecosistema de código QR, en esos días era algo que no se tenía en el mercado, el objetivo era lograr la autorización del presupuesto para hacer un demo del proyecto, en aquellos días no existían conceptos como MVP, la mayoría de los conceptos los tomábamos de tecnología que era de donde venían la gran mayoría de las innovaciones.
Gustavo no quería presentar, era del dominio público, por lo que llevar a su director de Banca Móvil que era Justino, era solo una estrategia para cubrirse en el consejo, si el presupuesto era aprobado para el demo, celebraría y se uniría al triunfo, caso contrario y las cosas terminaran en un regaño (muchas veces solía pasar) sería culpa de Justino y tendría otra reprimenda bien ganada, por dejar en mal al equipo, tal era la cultura de esos días, es bueno hacerlo notar.
Afuera se caía el cielo con tanta lluvia en la ciudad de México, en aquellos días le llamábamos Distrito Federal luego se cambió el nombre, el reloj marcaba las diez menos quince la noche, en un restaurante del sur de la ciudad, Vanesa bebía una taza de humeante café mientras veía su reloj, el apuesto joven que había conocido meses atrás le gustaba, no sabía si llegarían a algo más como novios, pero le agradaba su conversación, la lluvia y su trabajo seguro le harían llegar tarde, pero podía esperar, tenía paciencia (la necesitaría en los años venideros, hoy es su esposa de Justino ese joven que esperaba esa noche lluviosa), espero durante otros veinte minutos, la lluvia cesaba y decidió irse, no le daría otra oportunidad, Justino llegó empapado ofreciendo disculpas y ella le perdonó la tardanza con solo verle, ya estaba enamorada sin apenas saberlo.
Platicaron de trivialidades por espacio de casi dos horas, cenaron muy a gusto la comida italiana que tanto les gustaba a ambos, seguían riendo y ordenaron el postre, todo iba genial en la velada hasta que, mientras comía su postre, Justino miraba a través de la ventana con la mirada perdida en un punto del horizonte.
– ¿Estás bien? – su natural perspicacia sería un baluarte en la estabilidad de su relación, el hombre no le gustaba mucho expresar sus preocupaciones
– Todo perfecto, me gusta ver llover, es todo
– Pero, ya no llueve desde hace como una hora ¿Seguro estás bien?
– Me refiero a … la acera mojada, la gente transitando, disculpa Vanesa por distraerme
– Está bien, pero disculpa que insista ¿Te puedo ayudar?
– No quiero arruinar la magnífica noche – mientras le sonreía – agobiándote con mis problemas
– La arruinarás si no me cuentas – sentenció, con ese tono peculiar en las mujeres, no es amenaza, pero sabemos de cierto las consecuencias –
Le explicó que al día siguiente tenía que presentar al consejo, estaba muy preocupado, sabía del humor del Chairman y las consecuencias que podría tener, existía la gran posibilidad de incluso perder su trabajo el día siguiente
– ¡Exageras Justino!
Y le narró varias historias de terror, Vanesa supo que hablaba en serio, pero ¿Cómo puedes trabajar allí?, en fin, no es el punto ahora, dime ¿Qué es lo que presentarás?
No dio detalles del proyecto por confidencialidad, solo explicó los beneficios si se lograba, el objetivo que era lograr autorización para hacer el demo funcional del proyecto, hacer una prueba piloto y validar el modelo de negocio, al ser responsable del modelo digital le tocaba ese aporte en innovación para la compañía, al ser una de las principales motivaciones para aumentos, bono, crecimiento interno el aportar con ingresos o reducir costos, era de vital importancia tener éxito.
– Qué significa para ti ¿Tener éxito? – quiso saber Vanesa, Justino hizo una mueca de enfado
– Lograr el presupuesto, claro – el tono de enfado ante lo más evidente, no paso desapercibido por Vanesa, pero hizo caso omiso
– ¿Y cómo lo piensas lograr? ¿Cuál es tu estrategia?
Justino meditó unos minutos, la conocía meses atrás, los presentó una amiga en común, el chispazo fue de inmediato, le atraía mucho, pensaba en ella todo el tiempo ¿Estaría enamorado? ¡Justino concéntrate! – le dijo una voz interior – podía confiar en ella, lo supo de pronto, su intuición le decía que tendrían algo grande en el tiempo.
Le pidió discreción total solo para no obviar, se desahogo de algún modo, explicó su propuesta con beneficios, oportunidad para el mercado objetivo de taxis en el distrito federal, la tecnología a usar, el modelo de negocio preliminar a validar, el equipo de personas para llevarlo a cabo, en general todo el caso de negocio.
– ¿Y para qué das tanto detalle?
– Para lograr el presupuesto de … y mencionó las seis cifras de dólares que necesitaba
Esperaba que se quedará impresionada por el presupuesto, el café que había ordenado llegó, aprovechó la pausa para beber la negra bebida
– ¿Y qué podrías hacer con la cuarta parte del dinero? – Justino tosió y escupió el café, todo avergonzado mientras reían, se limpió
– Quizá ni tendría que ir a la maldita junta de consejo, aunque es tarde, está pactada para mañana no puedo faltar
Siguió con su café, Vanesa no añadió nada más, sabía ser paciente, luego de unos segundos, busco la mirada de la mujer para preguntar
– ¿Qué tienes en mente? – ella sonrió, espera esa pregunta
– ¡Me quiero casar contigo! – le grito sin pensar
– ¿Disculpa?
– Perdón, no nada, que maravillosa frase, me encanta
Vanesa haciendo caso omiso, pero llena de ilusiones por le mensaje de Justino, le compartió que una estrategia que aplicaba en su emprendimiento (Te contaré la historia de Vanesa en otra oportunidad, es impresionante) era basado en la economía de la escasez.
– ¿Economía de que …?
Con paciencia de maestra de primaria, cuándo el niño aprende a leer (tenía anonadado a un Justino que no perdía un segundo, mientras no solo veía, podía sentir la admiración hacía su rostro, una buena señal) comentó que en las grandes corporaciones como en la que trabaja Justino, los presupuestos que pelean suelen ser enormes, es lo usual, pero cuando estás por tu cuenta la escasez es la reina, tienes que usar la imaginación y el pensamiento lateral, ante la mirada de no saber de que hablaba, Vanesa le compartió dos ejercicios de pensamiento lateral, gracias a esa buena mujer mi amigo conoció esta manera de pensar.
Es el primer paso, funciona para todos aunque se marca la diferencia en el siguiente paso, si el modelo inicial promete ser efectivo y rentable, se olvida de la economía de la escasez y se busca inversión para ofrecer nuevas cosas que el mercado no reconoce como necesidad o satisfaciendo algo que les duele, compartimos la base pero en adelante nos dividimos por que los emprendimiento seguimos en la economía de la escasez, ambos rieron con complicidad … mientras sin saber cómo, se besaban por primera vez.
– ¿Puedo usar tus referencias? – quiso saber Justino para dar por hecho el beso y no hablar de ello
– Claro, como si fuera tuyo
Justino se puso de pie, tomó una flor del centro de mesa, la puso en la mano de Vanesa mientras preguntaba
– ¿Quieres ser mi novia? – un beso fue la respuesta
Al otro día, se levantó muy temprano Justino, el sol brillaba más ese día, llegó casi veinte minutos antes de la cita en la sala de consejo, preparó su presentación, Gustavo su jefe llegó casi cinco minutos antes, lo felicitó por tener todo listo luego le amenazo de manera velada que tenía que conseguir esa autorización, para añadir.
– Si no la consigues, considérate despedido
– Entendido, Gustavo – respondió, estaba muy seguro de sí mismo
Los consejeros llegaron uno a uno, eran casi setenta personas, Justino las contó para calmar los nervios, aunque no sirvió de nada. El Chairman llegó treinta minutos más tarde acompañado de sus socios de negocios, era alto y delgado, más delgado que en TV, pero de manera radical a la amabilidad que mostraba en pantalla, era seco, directo, usaba malas palabras, se sintió intimidado.
La reunión empezó, el Chairman recorrió la sala de hito en hito, reconociendo a los consejeros independientes y oficiales, hasta que llegó a Gustavo y Justino
– ¿Quiénes son ustedes?
El CEO del banco dijo que eran colaboradores, traían una propuesta que tomaría diez minutos del tiempo, si quería escucharla, la mirada dura del Chairman no dejaba dudas de su molestia
– Tienen 5 minutos – dijo en tono altanero
Gustavo palideció, en su lugar Justino se levantó lleno de seguridad, en tres minutos mostró el proyecto bajo la premisa de “La economía de la escasez” y anunciando los pasos dos y tres, donde se podría volver exponencial
– ¿Qué necesitas? – bramó más que decir, el Chairman, Gustavo se hundía cada vez más en su silla, si se pudiera tal cosa, era un hombre robusto
– Cinco mil USD – dijo Gustavo, ante la atónita mirada de todo el consejo
– ¿Y por eso me quitan cinco minutos de mi tiempo?
Justino se dirigió poniendo su humanidad frente al humillado Gustavo, como si lo protegiera
– No, en realidad queremos que apruebe el modelo de creación de demos como algo institucional basado en la economía de la escasez
– ¿Por qué? – más tranquila la voz, interesado el Chairman
– ¿Esto de pedir autorización de un presupuesto, consideras que es burocracia? – el silencio en la sala era mortal
El CEO más acostumbrado a esta situación, salió al rescate de un petrificado Justino
– Señor, me parece que el punto no es la burocracia, me parece que podemos enfocarlo en las oportunidades que nos puede brindar con un mismo presupuesto, validar diversas verticales de negocio
– Adelante ¿Siguiente tema? Y salgan de mi consejo
Gustavo casi atropella a Justino, casi huyendo de la sala, sudando muy intenso, se le salía el corazón del pecho por la humillación, Justino igual se le salía el corazón del pecho, pero por otra razón, estaba emocionado.
Llamó a Vanesa apenas estuvo en la planta baja del edificio, le compartió de manera sucinta el episodio con el consejo y le invito a cenar, ella aceptó gustosa.
Así nació una historia con Vanesa y un Justino que poco tiempo después salió de ese Banco para ser CDO en otra entidad, donde conoció a Diego, su gran mentor.
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