¡El ansiado cumpleaños número cuarenta llegó!
Un domingo muy ajetreado, la esposa de Justino se levantó muy temprano, debía organizar la fiesta para el amor de su vida, no era un evento cualquiera, Justino llegaba a cuatro décadas, ahora en plenitud de su vida personal y profesional, debían celebrar en todo lo alto.
En un departamento al poniente de la ciudad, un hombre de mediana edad se ha puesto de pie, no ha logrado dormir, es uno de los primos de Justino, le aprecia mucho, han sido amigos desde la infancia, siempre juntos ¿Qué le podré regalar?, lo tiene todo, pero le gustan las cosas raras y coleccionar cosas, siempre lo ha criticado por esa afición.
Luego de tomar un café sin azúcar, mirando distraído por el enorme ventanal que le transporta a una ciudad imponente, como buscando una idea que le ayude a decidir el regalo para su primo, de pronto un destello le hace ver a una parte de la gran urbe, sonríe complacido, recuerda que de jóvenes les gustaba ir a bazares en fin de semana, para buscar cosas exóticas y coleccionarlas, él perdió ese habito con el tiempo, los viajes y el no poder asentarse en ninguna parte hicieron imposible seguir con esta afición.
Cerca del mediodía llegó a un bazar, miró al fondo tratando de encontrar algo, luego a la derecha donde un pequeño baúl le llamó su atención, un tanto descolorido, apuntó en su lista mental como una buena posibilidad, siguió hurgando con la mirada por todo el lugar, una mesa de centro tenía un viejo álbum de fotos viejas que le hizo sonreír, a Justino le gustaba las cosas retro, le hacían pensar mucho en las cosas que sobrevivían desde el pasado, recordaba una frase que usaba desde la época adolescente:
Al cuestionarle al respecto, dijo que si logras encontrar aquello que ha funcionado todo el tiempo y sigue vigente, debe ser por algo, es valioso, su padre le había dicho que en la mayoría de las ocasiones estaba ligado con temas de necesidades humanas primarias, podíamos tener mucha tecnología, pero seguíamos teniendo hambre cada cierto tiempo, mientras no se cumpla esa necesidad imposible pensar en otra.
Abrió el álbum, no pudo evitar una expresión un tanto vulgar, que preferimos dejar en la imaginación de tu lectura, luego abrió la boca y los ojos con sorpresa total, se le acercó el encargado del bazar.
– ¿Le gusta?
– ¡Me lo llevo!, envuelto para regalo, por favor
Por la tarde se dirigió a la casa de su apreciado primo, la esposa de Justino lo recibió con mucho entusiasmo, dijo que el cumpleañero estaba en el jardín jugando con su hija menor.
– Ya sabes cómo es, absorbe a su padre cuándo lo tiene
– Si, lo sé – una mueca casi imperceptible en su cara, luego un suspiro por aquello que no tenía y le gustaría
– Quieres darle tu regalo en persona, ¿Cierto? – dijo señalando la mesa de regalos, y luego con indicando el paquete que traía bajo el brazo
– Así es, voy a buscarle al jardín
La esposa de Justino le siguió con la mirada, mientras se perdía en la casa en busca de su primo, era un buen hombre, pero le gustaba mucho viajar, complicaba sus relaciones personales, se alzó de hombros, hoy es el día de Justino – pensó – veremos ese tema en otro momento.
Apenas verlo, Justino y su primo se fundieron en un abrazo con la cordialidad que dan los años, las travesuras, la complicidad y la hermandad
– No digas nada, tengo tu regalo – dijo su primo, mientras extendía una caja de color rojo intenso
La hija de Justino miró el regalo, mientras sonreía a su tío
– Adelante, si quieres abrirlo hija, no tengo problema – dijo el primo de Justino, la niña no había dicho palabra alguna, solo la mirada y sus maneras decían a todas luces que deseaba abrirlo
– Debemos aprender de los niños – acometió Justino –
– Descansa esas reflexiones, aunque sea en tu cumpleaños primo
La niña tomo la caja, con suma delicadeza tratando de no romper el papel abrió el regalo, quedo decepcionada del interior
– ¿Es un cuaderno viejo, tío?
– Se llama álbum de fotos, hija, lo usábamos para guardar fotos impresas hace no mucho tiempo
– Pero para eso tengo mi teléfono, tío
La pequeña discusión no terminó ahí, duro unos cuántos minutos donde la lección más valiosa fue la evolución de pensamiento entre generaciones era importante
– ¡Primo!, vamos al menos no en tu cumple – sin pensarlo Justino soltó la frase, con ese tono que tenía para las cosas importantes
– Disculpa, primo, tienes toda la razón, veamos el regalo
Al abrirlo, Justino no pudo más que abrazar en agradecimiento a su primo, ante la mirada atónita de su hija, la niña no entendía como un regalo tan viejo, lleno de … podía gustarle a su papá
– ¿Qué tiene adentro? ¿fotos? – quiso saber la niña
– No hija – esta vez fue su padre quién respondió – Tarjetas bancarias, tiene tarjetas Fintech bancarias y de un NeoBanco
– Fin .. qué …
Y en unas pinceladas de paciencia y dominio del lenguaje, Justino le explicó a su hija de 6 años para que servía, se fue más por la utilidad que por los conceptos, a la niña le quedó más o menos claro, o al menos eso dijo, se dudaba por qué apenas terminó la explicación decidió irse a buscar a su mamá, tenía algo de hambre, aunque había acabado de comerse un refrigerio.
Justino volvió abrir el álbum, miraba las tarjetas, empezó a repasar una a una, no podía creerlo, tenía todas las tarjetas de las Fintech conocidas y en operación, al menos todas las de débito, no había ninguna de crédito, tampoco aparecía ni un color de un banco tradicional, todas eran de apuestas digitales.
– ¡Es un regalo caro!, primo – dando voz a sus pensamientos
– No, claro que no, me costó …
– Me refiero al contenido -interrumpió – cada tarjeta cuesta producirla y mantenerla, le dio números aproximados en el tamaño de la Fintech, el tipo de tarjeta, nivel de personalización, y detalles del plástico.
Su primo era bueno con los números, le arrebató el álbum a Justino, hizo una lista rápida estimando promedios de costo por tarjeta, al terminar su estimación, quedó anonadado
– ¿Y es rentable?, debe serlo, no es barato tener una tarjeta y las colecciono desde hace dos años más o menos
– ¿Tienes dinero en alguna de las tarjetas?, son de débito y están a tu nombre
– No claro que no, ninguna tiene dinero, son con valor estético no funcional
– ¿Qué te gusta de ellas?
– Los colores, el diseño, la personalización, como te la mandan a tu domicilio sin tantos trámites, pero no las uso
– Sí, solo hubiera más persona como tú, podría ponerles un costo importante por el valor que le das
– ¡Como el arte!
– Exacto, como el arte
Y luego, siendo fiel a su naturaleza y que no podía resistir, Justino le dio una explicación profunda del fenómeno de traer muchas tarjetas como colección de estampas, lejos de la utilidad para la que fueron creadas y están mantenidas en alguna parte, al terminar su primo preguntó:
– ¿No te ha gustado, el regalo?
– Claro que sí, de hecho, me gustó tanto primo, que me ha hecho reflexionar del servicio que ofrecemos, del reto que representa que no termine en tu álbum, pero eso es para otro día ¿Vamos a comer?, tengo hambre
Su primo asintió para ambas aseveraciones, se abrazaron como cuándo niños hacia donde su esposa le esperaba con una gran sonrisa
– Justino, amor … Mira a quién invite a tu fiesta
– Héctor, amigo – dijo el CEO abrazando muy fuerte a la persona que ahora escribe estas líneas