El inicio

“Se trata de las personas, es toda la sintaxis para recordar”

Era casi un murmullo, de esas ideas que se dicen en voz alta, Justino se volvió para saber quién la había dicho, se trataba de un hombre entrado en años, de rostro jovial y mirada aguda, al encontrarse las miradas saludó con un ademán de cabeza.

Justino dubitativo no supo si acercarse o alejarse, quizá estaba hablando por teléfono o sumergido en sus pensamientos, decidió no interrumpir, se alejó.

Un hotel del centro de la ciudad de México, un evento de Transformación Digital al que el CEO había asistido, no era que le interesara mucho, pero siempre hay gente interesante que conocer, Diego su antiguo mentor le había dado esa recomendación, una de tantas que de manera particular seguía al pie de la letra.

Se encontró con muchas personas, algunos que apenas se enteraban que era CEO de una empresa de servicios financieros, querían venderle de todo, un sistema bancario en la nube que era modular y en semanas estaría listo (Sabía de implementaciones fallidas al respecto, no se dejaba impresionar tan fácil), esquemas de procesos operativos y desarrollo de tecnología como servicios, en modelos de suscripción, integración del último grito de la moda en temas de agilidad, más tarde otro le dijo que lo mejor era Arquitectura empresarial, un CRM para gestionar clientes que tenía muchos premios ganados, por su gran desempeño, marketing digital para conseguir más clientes, servicios para sumar personal muy calificado a su organización, servicios de seguridad por qué era probable que … ya estuviera hackeado y el no supiera, esquemas de control de fraudes en tiempo real, modelos predictivos de riesgos, entre otras muchos servicios, unos interesantes para explorar, otros más de lo mismo, analizando encontró algo que compartían.

“Todos los servicios y productos funcionan sin errores en la venta”

– ¿Y en la operación?

– Disculpe – una voz le sacó de sus pensamientos, era el mismo hombre que estaba murmurando unas horas atrás

– No, nada es que, pensaba en voz alta, disculpe

– Bueno, no tengo nada que disculpar, usted me vio haciendo lo mismo, me parece

– Si, así es – sonriendo el CEO estrechó su mano – Justino un gusto

– Me llamo …, dijo su nombre de pila

– A qué se refería con la pregunta ¿Y en la operación?, si se puede saber, y para corresponder le compartiré el contexto de la frase que me escuchó decir

Justino le compartió el hilo de su reflexión, el interlocutor estuvo de acuerdo

– Mi turno, señor Justino

Dijo que estuvo escuchando el día anterior, y parte de la mañana del evento las conferencias, al final tenía una conclusión “para recordar” entrecomillo con sus dedos en el aire:

“Se trata de las personas, es toda la sintaxis para recordar”

– No importa la tecnología por sí misma, lo que importa es cuándo las personas la usan, es como un instrumento de música, por poner un ejemplo, de nada sirve un piano sin manos expertas o inexpertas, hasta entonces juzgaremos la experiencia y el valor que representa el instrumento

– Interesante ¿Usted que vende? – quiso saber el CEO, para ahorrar protocolos y tiempo

– ¿Es usted un tomador de decisiones verdad?

– ¿Por qué lo dice?

– Va directo al grano, pero atendiendo a su pregunta, no vendo nada, de hecho, no tengo idea de cómo se vende, no me gusta y me da pena debo confesarle, aunque soy consultor en modelos digitales

– ¿Y vive de eso?

– Sí, no me va mal, tengo varios clientes que en el tiempo, nos hemos hecho amigos, ahora solo hago negocios con amigos, no los puedo defraudar, son mis amigos, es vital esa relación

– ¿Y cómo hace clientes? Si no sabe ni le gusta vender, no entiendo

– No vendo, me compran

Una sonrisa se dibujó en la cara de Justino, interesante personaje tenía enfrente, le daría una oportunidad de platicar

– ¿Qué hace como consultor en modelos digitales?

– Pues son tres puntos, en realidad, el primero es …

– Antes, disculpe que interrumpa, su nombre ahora que le pongo más atención, me suena un poco, le llaman “El viejo consultor” ¿Es así?

– Me atrapó

– Vaya, que gusto, es usted una autoridad …

– Gracias, me puede decir “El viejo consultor” si le parece, no mencionar mi nombre real

– Está bien, le gusta el anonimato, según veo

– Parece que usted no se llama Justino ¿O sí? – ambos rieron en una naciente complicidad

Decidieron ir a comer, Justino sabía que este hombre era reconocido por su labor anterior, en entidades financieras de renombre, dictaba conferencias diferentes, tenía ideas raras, decían que escribía libros bajo un pseudónimo, pero nadie sabía la verdad a ciencia cierta, un velo de misterio por demás interesante le envolvía, Justino estaba muy contento con este encuentro, le recordaba mucho a su mentor y amigo Diego, ya no estaba entre nosotros, esa pérdida aún le dolía a Justino, un año ya había pasado pero seguía presente el dolor de su partida, su gran amigo y guía, cuanta falta seguía haciendo en su día a día.

Un largo suspiro se envolvió una bocanada de aire, subiendo en dirección al cielo, con dedicatoria para Diego.

– ¿Estás bien, Justino?

– Si, vamos a comer por favor

La historia corta de este viejo consultor, es que tenía cerca de veinte años siendo consejero de entidades financieras, experto en temas digitales, pero siempre desde una visión simple, se decía a sí mismo como un símil del hacker más famoso de todos los tiempos:

“El mejor hacker no necesita ser técnico, la ingeniería social es la mejor herramienta, somos personas y somos más vulnerables que la tecnología”

– El viejo consultor

La base de su quehacer, por lo que se convirtió en autoridad, era que se basaba en principios simples y del sentido común, mientras en un océano rojo se peleaba con más tecnología, más metodologías, más marcos de trabajo, bueno, hasta una batalla había, en sí tal concepto era metodología o un marco de trabajo, el viejo consultor tenía otras maneras de ver la vida, perspectivas que hacían sentir incomodo a cualquier persona, odiado por mucha gente, pero respetado por quién lo conocía en profundidad, este viejo consultor, tendría muchas charlas con Justino.

En esta nueva aventura, la simplicidad es la reina y el invitado de honor es la poca atención que tenemos.

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