– ¡Quiero certeza! – ordenó el CEO – ya me cansé de que vendan AI, blockchain, OpenFinance, Cloud, Metaverso, dijo muchas más
Su frustración se debía a:
El Viejo Consultor abrió su eterna libreta, regalo de un gran amigo de su juventud, un tal Diego, en esa libreta solo anotaba las ideas que deseaba no olvidar, esta sin duda era de una de ellas, quién sabe cuántos tesoros resguardaba en tinta y papel.
– ¿Quién tiene alguna idea para salir de este círculo vicioso? – su desesperación era notoria y contagiosa, no tenía falla su lógica – ¿Alguien?
El viejo consultor tenía perdida la mirada, la frase anterior seguía retumbando en sus oídos, le recordó a su amigo, quién le obsequió la libreta
– ¿Vamos, el viejo consultor? ¿Tú, no tienes algo en tu chistera? – su tono de sorna, le tomó desprevenido
– No tengo una chistera, señor, no soy mago, soy consultor, doy consejos, ideas, experiencias de otras vidas, comparto reflexiones que pueden ser de utilidad, es todo
La seca respuesta enojó al CEO, a tal grado que ordenó
– ¡Sal de mi junta!, Si no ayudas, no te necesito
El viejo consultor tomó su libreta, sin indicios de ninguna emoción se dirigió a la puerta de la sala de juntas, con parsimonia en su andar, casi al llegar, se volvió sobre sus pasos, y dijo:
– ¿Qué quieres decir?
– Imagina que tienes una ventana de tiempo, puedes ir a vivir un día con tus nietos, adultos ahora, al regresar
¿Cómo ha sido esa experiencia?
¿Qué cosas sobrevivieron?
¿Qué cosas lograron ser útiles para la sociedad?
Y añadió, antes de irse
Cuando especulas hacia el futuro, llenas los espacios vacíos con optimismo, es como no conocer el mar
¿Cómo lo imaginas? Azul, suave pero imponente, un mágico atardecer
Vas a conocerlo, al regresar te pregunto:
¿Cómo es el mar?, te pregunto
Hermoso, pero la arena quema los pies, había mucho sargazo y basura en la playa, el calor era sofocante ese día, el atardecer fue maravilloso, de postal, a pesar de todo lo anterior.
Es la razón que da certeza al ejercicio, llenar los espacios vacíos con naturalidad y realismo, es el reto.
– ¡Quédate! el viejo consultor – era una orden, más que una petición
El viejo consultor, sonrió y dijo
– Viejo amigo, tengo algo importante que hacer en este instante ¿Nos vemos la semana siguiente? – hablaba mientras salía de la sala
El CEO le alcanzó cuándo el viejo consultor estaba en el elevador, con las puertas a punto de cerrarse
– Por favor, quédate, es que me pone furioso tener tanta información, que me cuesta tomar decisiones
– No me voy porque me hayas invitado a irme, me voy porque en este momento tu estado de ánimo no es el mejor, en este momento, no te dejas ayudar
Las puertas del elevador se cerraron