Estábamos sentados en una terraza, era una tarde de jueves otoñal muy tranquila, habíamos terminado de comer mi amigo Justino y Samantha.
Era el año 2017, Justino era el Chief Digital Officer de un banco tradicional, Samantha una mujer muy inteligente y elegante, con una conversación que haré lo posible por compartir contigo, ella es una matemática encargada de la estrategia de datos en ese Banco, si te preguntas ¿Por qué apenas la mencioné hasta hoy? ¿Por qué no está en BancoT?, bueno, es que se fue a Indonesia a una Fintech de crédito digital, y se perdió la comunicación, hasta la semana pasada …
– Amigo ¿Quién crees que me invito a comer? – dijo por Telegram Justino, seguido de unos emojis en movimiento como un niño ante inesperada sorpresa
Cada vez que me preguntan y que saben la respuesta, además de que se conoce que no tendré ni la más remota idea al respecto, prefiero no seguir el juego, no me esfuerzo y siempre me reclaman, pero es un juego que no quiero jugar.
– Ni idea, amigo – dije con mi siempre falta de entusiasmo del juego, esperando el reproche apenas terminé la frase
– Por lo menos podrías esforzarte amigo, pero estoy tan contento de que además le conoces y vamos a comer el jueves siguiente, está vacunada y nosotros también, no aceptaré un no como respuesta, te esperamos a las dos de la tarde, en el restaurante …
No me dio tiempo de negarme, no tuve espacio para siquiera pensar en algún pretexto, la verdad es que con la pandemia y este carácter poco sociable no me gusta salir, apunté hora y lugar a regañadientes, tanta era mi molestia que olvidé preguntar ¿Quién era la persona?
Avisé en casa, me bañé y cuándo estaba a punto de salir, me pregunté ¿Quién será esa persona?, le hablé por teléfono a Justino, si no era mi agrado daría las gracias – pensé – y me quedaré a trabajar en mis cosas.
La voz de mi amigo al otro lado fue de lo mas feliz, me dijo casi gritando: ¡Samantha!
Mi semblante se iluminó, esa mujer era muy inteligente y siempre se aprendía algo de ella, ahora con la experiencia de datos en otras latitudes sería de lo mas enriquecedor, estaba feliz como mi amigo, y silbando una melodía inventada me dirigí a la cita.
¡Espera! – dijo una voz en mi cabeza, no les has explicado al amable lector o lectora, por qué tanto entusiasmo con esta misteriosa mujer, que existe por supuesto, no está en Indonesia, pero si en un lugar de Asia, además su nombre real no es Samantha, pero sí es matemática y es científica de datos, agradable, inteligente y sofisticada –
La conversación que tuvimos con Samantha esa tarde da para otra charla completa por la riqueza de sus experiencias, hoy te quiero platicar por qué la admiramos tanto, desde hace años.
“El empleado que fingía ser …………” el juego que Samantha inventó
La conocí por Justino, éramos proveedores del banco tradicional y tuve la oportunidad de colaborar en un proyecto con Samantha, duró poco más de dos años todo el proceso, por ello las interacciones eran profundas y largas con todas las personas involucradas, muchas reuniones y discusiones, para que te des una idea del tamaño de crack que es esta mujer, te diré:
“La conocí siendo analista de datos, cuándo se despidió para irse a otro país, era la directora de datos de la organización”
Mucho costo para que le dejaran ir, le ofrecieron muchas cosas que a nadie más, grandes esfuerzos hicieron todos los niveles, llegó la noticia a los accionistas quiénes le invitaron un fin de semana para intentar convencerle, nada ni nadie tuvo éxito, cuándo le pregunté si había algo que la pudiera detener, me miró y me dijo:
Le miré con ojos llenos de sorpresa, entonces me platicó su juego que le permitió llevarla a lugares que ni ella imagino, y su mensaje quería decir: Ya soy CEO y estoy en otro lado
Y es que mira amigo – dijo esa maravillosa mujer – todo se filtra entre los distintos niveles, que la mayoría de las veces en lugar de sumar, van restando para que se ejecute la visión.
Y siguió diciendo:
Eso me ha permitido, dejar de preocuparme por los ascensos o mi puesto, cuándo tu labor tiene lo que les agrada a todos los interesados, no lo pueden despreciar, aunque lo quieran, siempre habrá alguien que lo note, parecerás muy inteligente ya que siempre sumarás por la información de contexto que tienes, los datos no son nada sin contexto amigo – dijo sonriendo – me ocupo de seguir fingiendo como fluyen las necesidades desde las altas esferas, así de este modo sin notarlo me nombraron directora de datos, la explicación que me dieron es ridícula:
“Su trabajo habla por usted, siempre consigue los resultados y supera las expectativas”
– ¿Por qué ridícula Samantha? – le pregunté con esta práctica de no recortar los nombres, cosa que ella recibía bien
– Porque muchas personas hacen lo mismo, no se puede medir con claridad, logran ver el impacto, pero no saben el cómo se ha hecho – dijo como si tal cosa –
Justino me comentó que ya era CEO de la Fintech en Asia, que tardó un par de meses como directora de datos, en un par de juntas entro directora y salió CEO, al salir su equipo le felicitó nos contó, pero ella les dijo:
Solo haremos lo mismo de siempre:
Nos contó que le dio tres directrices a su personal como discurso inicial como CEO, su foco debe tener tres pilares que no deben olvidar, pero para ello les daré una historia, sonriendo con complicidad dijo ¡Aprendido de Justino, claro!
{Aparecerá en el libro las directrices para su equipo, muy pronto}
Al terminar su historia, le pregunté dos cosas:
¿Qué sigue después de ser CEO?
¿Si hay muchas personas que tengan aspiraciones, como se gestionan?
Me miró de hito en hito, sonrío y me dijo que empezaría con la segunda pregunta, que es más fácil:
Lo que les quiero decir – refiriéndose a un Justino muy callado y a mí – es que no todas las personas pueden entenderlo de este modo, si logramos que un número importante lo haga, siempre hay disparidad entre los que sobresalen de entre los mejores, es un orden natural por el que no debemos preocuparnos, solo elevamos el nivel de la organización, pero siempre hay fluctuaciones entre ellos
– ¿Le has explicado el modelo A, B y C? – cuestionó a Justino, quién asintió sin decir palabra alguna –
Alguna vez me dijeron que las personas B: Son aquellas que son eficientes y hacen bien las cosas, el tipo C: Son las que siempre tienen un pretexto o excusa para sus fallos, y no rinden como deberían a veces a pesar de ellas mismas, y el tipo A, las personas que proponen, que hacen más y que siempre buscan sobresalir, tal modelo me parecía de lo más simplista, pero con los años, y en los grupos de personas se da como natural, hay matices, pero es bien diferenciado entre grupos de personas.
Pero, no olvidaba la otra pregunta que me taladraba la mente
¿Qué sigue para un CEO?
Samantha, miró primero a Justino, solo fueron unos segundos de hecho, pero noté algo que no había visto antes, mi amigo tenía algo que no me había dicho, Samantha lo tenía claro y deduje que se lo contó antes de que yo llegara a la comida, lo confirmé después.
Regresando la mirada, me dijo tres cosas, enumerando con los dedos mientras las decía:
- Ser CEO, no es el fin, es un camino
- De CEO a Chairman es un salto cuántico
- Saber, aprender y no compartir enferma con el tiempo
Y esa maravillosa mujer, me empezó a describir cada uno de los puntos, pero como dije antes, da para otra charla, quizá algo como Charlas con Samantha.
Muchas gracias por leerme.
Autor: Héctor Ortega
Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 400 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation
Y autor del libro: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” disponible en Amazon