Un portazo al cerrar la puerta de un coche hizo volver al guardia del estacionamiento
– Buen día, Ing. Justino – saludó respetuoso
– Buen día – respondió un Justino con tono seco y serio, algo inusual en el CEO
A pasos agigantados cubrió el trecho hasta el elevador, presionó en repetidas ocasiones el botón de subir, como si en cada petición pudiera recortar segundos, consultó su reloj, una mueca de disgusto
En lo que le pareció una eternidad, llegó al piso seis del edificio y se dirigió de inmediato a la sala de juntas, el reloj marcaba las 9:12 de la mañana de un martes de junio, el CEO llegó tarde, algo que le molestaba de sobremanera, pero el tráfico cada vez más intenso de la ciudad le jugó una mala pasada.
En la sala de juntas estaban Cecilia Fernández la CFO, Hugo el CIO, Andrea, una joven recién contratada en el equipo de producto, apoyaba en las tareas de diseño de experiencias de clientes y, un grupo de ocho personas (contó el CEO) en la sala, murmuraban con café en mano la mayoría, una conversación casual mientras esperaban al organizador de la reunión: Justino
– ¿Y usas la App de aquí, Andrea? – escuchó antes de entrar Justino, hizo una pausa como revisando su teléfono, para escuchar la respuesta de Andrea
– ¡Claro que no!, no me gusta nada
Abrió los ojos grandes el CEO, ¿Qué dijo una de las personas que apoya a diseñar la experiencia digital del cliente?, su mirada perdida no ocultaba la impresión que tuvo
Más molesto aún, entró con un saludo corto y rudo
– ¿Quiénes usan la App de esta entidad como su principal herramienta financiera? – preguntó el CEO
Un silencio se apoderó de la sala
– ¿Nadie? – insistió
– ¿Y usted, la usa? – quiso saber Andrea, con ese descaro natural de los jóvenes
Le miró fijamente sin emociones, sonrío para disminuir la tensión y dijo fuerte para que todos escucharan.
– Antes de responder la gran pregunta de Andrea, quiero cambiar el objetivo de esta reunión
Se dirigió al pizarrón y escribió.
¿Qué debe hacer nuestra App, para que la recomiendes?
Les dijo que era importante que la App estaba “viva”, como tendrá que evolucionar para llegar a ser importante
Antes de que nadie dijera nada, se volvió a la joven y le dijo:
{Este extracto de conversación solo aparecerá en el libro}
– No, y no es algo malo, el reto es en un tiempo razonable que lo sea, hoy no cumple con mis necesidades, Andrea
Y me interesa que aprendamos de esta lección
“Es mejor trabajar en un objetivo, que avanzar en tareas sin dirección” – Justino
Andrea, me acaba de recordar una lección importante: La estrella polar, es tener una dirección única para toda la organización, en esta reunión la idea era generar más tareas para entretenernos un poco, pero de nada sirve en el tiempo si no tenemos una estrella polar, un punto de alineación total de esfuerzos.
Así, para cuándo ejecuten sus tareas en la operación diaria, puedan preguntarse antes:
¿Esto contribuye a la estrella polar?
El reto es que esta alineación total, sume a margen de utilidad del estado de resultados.
Luego, enunció la estrella polar:
“En un plazo no mayor de cinco años, nuestra App debe ser la herramienta que nuestro nicho recomiende” – Justino
Andrea, mas empoderada interrumpió
– ¿Por dónde empezamos, Justino?
El CEO detuvo en seco una oración, tenía por costumbre orientar y dar indicaciones, así le parecía que era su trabajo, Diego lo entrenó de este modo los primeros años, pero al final de su labor como Chairman en BancoT y mentor de Justino, le comentó que había cometido un grave error, lo descubrió solo al hacer la transición y no antes
El asunto es – dijo alguna vez el viejo Chairman – ¿Prefieres control y operación? O quizá elijas ¿Estrategia y resultados?
Sonrío recordando a su viejo amigo y ahora socio, para responder a la joven Andrea
– Me regalan diez ideas por favor, luego votaremos quiénes ejecutamos por las tres que agreguen más valor
La sonrisa de algunas personas del foro hizo eco en el CEO, sabía que era la decisión más adecuada, no dar tantas instrucciones solo poner una estrella polar y que el equipo en conjunto pudiera elegir como llegar a ese destino, ¿Era sencillo no?, al final ellos eran los responsables de lograrlo.
Andrea, para sorpresa de los asistentes, tomó la iniciativa y dibujo los diez números en el pizarrón con color negro, luego eligió uno azul y dijo que con ese color marcaría las tres acciones para ejecutar, ante ese liderazgo nato, los asistentes estuvieron de acuerdo en su totalidad, con una mirada sutil pidió autorización al CEO, quién con un movimiento de cabeza dio su aprobación.
Rubén un consultor externo, de unos treinta y tantos años, vestido muy formal, siguiendo las recomendaciones de la literatura dijo:
¿Si definimos nuestro cliente ideal?, ¿Y sí?, luego hacemos un lienzo de negocios de una sola hoja, para agregar estrategias de publicidad para atraer clientes
Se abalanzó hasta el pizarrón, casi arrebatando el plumón negro que Andrea sostenía en su mano izquierda (el azul en la derecha), borró los números y empezó a dibujar un lienzo de negocios …
Justino no dijo nada, a pesar de la mirada de Andrea suplicante para detener este nuevo rumbo que tomaba la reunión, una voz en el fondo hizo que todos volvieran la mirada, incluso Rubén detuvo sus dibujos, solo el CEO no se dio por enterado.
– Si cambiamos el orden de ejecución, tendremos un Banco Montessori, y es costoso – era Cecilia Fernández la CFO
En otro tiempo les explicaron el asunto de Banco Montessori, era una especie de fábula que se contaba en diversas reuniones, como parte de la cultura basada en historias, dejaremos ese relato para otra oportunidad.
Hugo el CIO se levantó sin decir palabra, pidió permiso a Rubén con un ademán para tomar el plumón negro, que de pronto se convirtió en la batuta de la reunión, el interpelado lo entregó con una mueca que no disimuló su molestia, tomó el borrador y regresó el pizarrón a las diez propuestas para la estrella polar.
Rubén se sintió ofendido, dijo en tono tajante
– Se tienen que dejar asesorar, está es la técnica probada y comprobada, hacer este tema de elegir diez cosas solo es perder el tiempo
Cabe aclarar que Rubén era el responsable de una empresa que asesoraba a Justino, muy costosa, por cierto, estaban acostumbrados a trabajar con grandes firmas y tener cierta manera de ejecutar, a Rubén le respetaban mucho en el medio, por sus éxitos de años atrás que cada vez que tenía oportunidad los hacía notar, esta ocasión no fue la excepción.
– En cierta entidad, tuvimos un éxito impresionante por …
– Gracias Rubén – interrumpió un Hugo muy tranquilo – si me permites y disculpa la interrupción, pero necesitamos avanzar, una de las reglas es que las reuniones no duren más de una hora, para aprovechar el tiempo y ser efectivo, por eso colocamos ese cronómetro enorme – dijo señalando un aparato que marcaba como desesperado el correr del tiempo, marcaba 35 minutos – y sonará en 25 minutos y debemos terminar
– ¡Así no trabajo! – Rubén azotó la mano en la mesa, sin pensar en las consecuencias, tal era su costumbre –
Justino se puso de pie, le tomo suave el codo a Rubén, le murmuró algo en el oído y le indicó la puerta para salir de la sala de juntas, como regañado Rubén bajo la cabeza, dijo: Buen día señores y señoras y salió acompañado de Justino
Hugo, retomó los puntos haciendo caso omiso al pequeño drama y pidió ideas de las personas que quedaban en la sala
– ¿Alguna idea? Recuerden: Debe sumar a la estrella polar
Empezaron a surgir ideas, mientras algunas miradas se posaban en el cronómetro, Hugo dijo que no tenían que detenerse, unas ideas engendrarán otras y llegaremos a donde no pensamos, lo importante era dejarse avanzar.
Una chica que no había hecho ni gestos durante toda la reunión, se levantó y con voz tímida dijo una idea, que pidieron la repitiera para incluso aplaudirle, mientras Hugo la escribía como cimientos que marcaría la dirección que buscaban, sonreía complacido, mientras de reojo vio a Justino y al abogado platicando con Rubén.
{Las 10 ideas las tendrás disponibles en el libro}
El aparato que llevaba el registro del tiempo marcaba que solo tenían 10 minutos para terminar la reunión, Hugo dijo que no era buena idea decidir ahora, Justino regresó en ese momento a la sala, y estuvo de acuerdo.
Regresarían la semana siguiente, la tarea final era reflexionar sobre los puntos y/o agregar si descubrían alguno más, “no estaban escritos en piedra” dijo para concluir Justino