– ¿Me contratarías Justino?
Le pregunté a quema ropa aquel lunes por la mañana, nos invitaron a un desayuno para tratar temas de gestión de talento, la pregunta venía a colación y mucho tiempo la había guardado en mi lista de preguntas para hacerle a mi amigo, era una duda que me asaltaba.
Justino que estaba atento a la conferencia, me hizo una seña poniendo su dedo índice frente a sus labios, en señal de silencio, acaté la instrucción sintiéndome incómodo, quizá elegí el peor momento o la respuesta no era muy cómoda para mí.
El evento llegó a su fin, nos dirigimos a la salida del lugar y Justino me dijo que, si tenía unos treinta minutos para tratar un tema en particular.
– El tiempo que necesites amigo
Nos dirigimos a una cafetería cercana, apenas nos sentamos me contó que tenía un par de conocidos y quería hablarme de ellos, Alejandro se llama el primero de ellos – dijo – quizá le conozcas, me dijo el apellido.
– Por supuesto que sé quién es, siempre habla de criptoactivos y blockchain
– Exacto, es justo él
La otra persona de la que me habló, se llama Mariela y mencionó su apellido, también le conocía era una persona que tenía mucho tiempo y experiencia en servicios digitales financieros, conocía mucho de regulación, tendencias, innovación, negocios, habíamos coincidido en una entidad financiera como consultor – cliente, la tenía en buena estima, por cierto.
– En la presentación de gestión de talento, me preguntaste ¿Me contratarías? – Había olvidado la pregunta, supongo por la vergüenza que me provocó su reacción, me sonrojé de inmediato
– Ajá
– De Alejandro y Mariela ¿A quién contratarías?
– Son perfiles distintos – alegué para salir por la tangente
– Si el puesto fuera: director de innovación ¿aplican?
– Claro – me acorrala – aplican ambos sin duda alguna
– ¿A quién contratarías?
En ese momento, quise regresarme a la pregunta inicial ¿Me contratarías?, pero no era fácil preguntarle, no estaba preparado para la respuesta, si bien Justino es un gran amigo, es justo el mayor temor que tenía en ese momento, su sinceridad para conmigo era brutal en muchas ocasiones, una negativa señalando mis áreas de oportunidad llegarían lejos en mi autoestima, ah maldito síndrome de impostor a buena hora vienes a visitarme …
– ¿A quién contratarías?, Héctor – volvió a preguntar, sacándome de mis pensamientos
– A Mariela amigo, pero es sesgado creo, le conozco y le aprecio, por el contrario, en lo que respecta en la persona de Alejandro, si bien respeto su gran conocimiento, experiencia y que explora territorio desconocido, algo que le reconozco en público y privado, no le contrataría
Estas últimas palabras elegidas con cuidado recibieron un aplauso de mi amigo.
– ¿Si tuvieras otra posibilidad, distinta a Mariela pero con perfil similar? ¿A quién contratarías?, digamos que se llama Hugo
– A Hugo, entonces – respondí sin apenas pensar, pero seguro de mi respuesta, aunque no tenía una idea de la razón para pensar así
Dijo la frase como si nada, intenté ligarla a mi respuesta, quería decir que ¿Alejandro era entusiasta y Mariela experta?
– Alejandro, es un gran experto también, Justino
– Lo es
– ¿Mariela no es entusiasta? – era pregunta retórica
Guardamos silencio de unos minutos, casi de común acuerdo tácito, como dando tiempo a que reflexionáramos un poco
– Una métrica es el tiempo que usan para presentar su perspectiva – dijo Justino
– No entiendo, amigo
– Pero, no están peleados amigo, pueden ir de la mano
– De acuerdo, pero no buscamos la relación, sino la frontera para ver dónde hay más territorio
¡Contrato expertos no entusiastas!
Con esta aseveración en voz más alta, dejó la postura clara, detuve mis pensamientos para escuchar que me iba a comentar, no tardo mucho y llego la explicación.
El decálogo del entusiasta dijo que se llamaba y, luego el decálogo del experto.
{Aparecerá solo el libro los decálogos}
Al final, ¿Cuál de los dos decálogos que rigen el quehacer de las personas suma más al tipo de negocio que tienes ahora?, ambos es la respuesta sin duda, la pregunta que hace menos compleja la decisión es:
– ¿Quién daña más el avance de la organización?
– El entusiasta – respondí bajando la voz
– ¿Por qué? – arremetió Justino
– Le interesa solo aquello que le entusiasma, el resto le parece menos importante y solo tiene un foco de acción
– “Si tienes un martillo, a todo le ves cara de clavo”
– Un dicho del software, claro
Hacía unos minutos que la cuenta estaba en una charola, esperando ser pagada, mi amigo la tomó y nos dirigimos a la caja para pagar nuestro consumo
– Te invito, yo pago Justino
Me miró a los ojos, es un tipo de metro ochenta y siete de estatura, al no compartir tan altura, me miró hacia abajo y dijo:
– ¡Una vez al año, invito el café a un experto!
– ¿Y ya pasó? – quise saber
– No, es el primero y único de este año, no contrato entusiastas, por si te quedan dudas, Héctor y puedes publicar en tus libros
Respiré y suspiré, mi ego y yo estamos en paz.