– Hola amigo, te quiero preguntar algo – dijo Justino ayer por la tarde en un mensaje de Telegram –
– Con gusto amigo ¿De qué se trata? – respondí casi de inmediato –
– Si una niña de 4 años te preguntará: ¿A qué te dedicas? ¿Qué le dirías?
Me quedé pensando, no supe que responder así tan de botepronto y me dio tristeza, ya que cada cosa que decía no cabía en el contexto de una pequeña de esa edad, debía elegir palabras simples y que cubrieran esquemas infantiles, tanto tarde en responder que otra idea surgió, y decidí apoyarme en la confianza de la amistad con Justino, pregunté:
– ¿Por qué me preguntas eso, amigo?, debo reconocer que no es fácil y que el ejercicio me ayudaría para poner mi extracto de Linkedin
Y me marcó, nos tomo unos cuarenta minutos de conversación donde me ha contado que, como parte de las actividades en esta cuarentena, la maestra de su hija de 4 años preguntó a los niños quién de sus papás tendrían la posibilidad de dar una plática de 20 minutos, para contarles a los niños a que se dedicaban.
Imaginé apenas me dijo esto mi amigo, que de eso se trataba y que era probable que tal ejercicio le había tocado para con su hija, resultó que no fue tan simple, las cosas fueron de otro modo.
Me comentó que la semana pasada, el día miércoles por la noche cuándo terminó una reunión en Zoom de BancoT y se disponía a cenar con su esposa, escucharon un llanto apenas perceptible desde la recámara de su hija, alertados los dos progenitores se dirigieron de manera inmediata a cerciorarse de si todo estaba bien con la niña, al entrar al dormitorio el llanto se desbocó de tal suerte que la niña salió disparada a los brazos de su madre, mirando con cierto recelo a Justino, sus lágrimas sin control mientras su padre le acariciaba el cabello, preguntado una y otra vez, sin obtener respuesta:
– Mi amor, ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Bien es sabido, que como padres no esperamos respuestas, en cambio empezamos a preguntar cosas para adivinar si todo está bien ¿Un animal te ha picado? ¿Te duele algo? ¿Tienes pesadillas? ¿Olvidaste algo? ¿Te pego alguien?
La madre le miró con dureza, suficiente para dejar de preguntar a la niña, acto seguido le miro con ojos dulces y con suavidad materna en la voz, pero imperativa a la vez, dijo:
– Amor, necesito que te calmes para ayudarte
La niña tardó unos segundos, pero calmó el llanto ante las palabras maternas y entre suspiro y suspiro alcanzó a decir … ¡No quiero a mi papá!, Y rompió en llanto con más fuerza esta vez. Justino se quedó en una pieza me dijo, no tenía idea que hizo ahora, su esposa no dijo nada, solo abrazo fuerte a la niña, menos mal que es algo sentimental le murmuró a Justino, aludiendo que daba por descartado un problema de salud.
Al cabo de unos minutos, cuándo de nuevo logró tranquilizarse y ante un Justino preocupado, y como respuesta al ¿Por qué ya no quieres a papá?, dio esta explicación:
Sucede que ese día que la maestra pidió que papá podía ir, los niños y niñas querían que sus papás fueran a dar la charla que la maestra quería, pero había un pequeño detalle, solo hay tres lugares para no tomar mucho tiempo. Justino se adelantó (luego se arrepentiría) interrumpiendo a su hija le dijo:
– Mi vida, sabes que yo con gusto voy, el tiempo para ti es sagrado cuándo tu me digas por favor
Me dijo que pensó que el problema era que su hija, pensaría que no tenía tiempo para ella y para dar esa charla, por ello se adelanto y por supuesto que estaría, ni todos los NeoBanks del mundo evitarían que fuera al evento con su hija -dijo con vehemencia –
La niña al escuchar a su padre, estalló en un llanto más intenso y la reprimenda de su esposa no se hizo esperar para un confundido Justino, que no lograba entender que con las palabras buscaba apoyar, no incrementar el sufrimiento de la pequeña.
Un tanto más calmado poco después de unos minutos, la esposa le advirtió que no interrumpiera y que la dejara hablar, la niña logro expresarse y dijo:
“Es que los demás niños, sus padres curan personas, otros ayudan a que no vayan a la cárcel, tienen tiendas por todos lados y venden productos, una niña dijo que su mamá les da trabajo a las personas … y me preguntaron que hacía mi papá … ¡No sé qué hace!” – Y el llanto de nuevo …
Mi amigo intentó decirle que era un CEO de un NeoBank, pero mejor se quedó callado al solo escuchar sus palabras, y mejor se quedó callado, ante la mirada atónita de las dos mujeres, ellas le miraban de hito en hito, esperando que dijera algo para apoyar la situación, cedió ante la presión y dijo:
El universo se formó con una gran explosión, se le llama Bing Bang a este fenómeno … yo estoy haciendo el Bing Bank, que es crear un banco donde le ayudamos a la gente a administrar su dinero – la niña no podía creerlo, abría los ojos gigantes ante la sonrisa cómplice de su esposa
A los dos días, la niña al terminar la clase le dijo a Justino que los niños, las niñas y la maestra estaban muy interesados todos de saber cómo es un “Bing Bank” y como con una explosión se podía crear un banco – eso explicó la niña –
Me contó mi amigo, que lo tomo como si presentara ante el consejo de BancoT, y con un storytelling les enseño durante una media hora como es hacer un banco … a partir de una explosión.
¡No me quedé con la duda!, y le pedí que me diera un resumen de que dijo, me interesaba mucho y dijo esto:
La justificación y el valor de esa aseveración de mi amigo, radica en que los niños tienen un arma poderosa que los adultos perdemos con el tiempo:
Les explicó que en el inicio todo era un caos y que una explosión acabo con todo, con eso dieron paso a una nueva manera de pensar y de hacer: El Bing Bank había llegado (La traducción es: El spin-off de un banco tradicional) la gente que surgió de la explosión no recordaba nada de antes de la explosión, no sabía como se hacían las cosas y eso les daba nuevos pensamientos, nuevas ideas que ahora llamaban: innovación
Lo que no contaba Justino, es que los niños alzaron la mano apenas termino la frase, y preguntaron cosas como:
– ¿Se lastimó alguien?, la explosión debió lastimar a alguien señor Justino
– Sí (unos egos, pensó mi amigo) pero nada grave, es como el dolor de hacer ejercicio, sabes que no es malo y da buena idea el camino, la gente lo agradeció al final
– ¿Y para qué sirve un Bing Bank señor? Para que las personas no carguen su dinero en billetes o monedas y puedan comprar con facilidad, siempre sepan cuánto tienen y si necesitan más se les pueda ayudar, siempre y cuándo se porten bien … como ustedes que no se les premia si se portan mal.
– Y usted señor Justino ¿Qué hace en el Bing Bank?
Amigo – me dijo, pensé que ya la había librado con los niños, no esperaba la pregunta – pero, una luz de pensamiento me ilumino y les dije:
Soy el capitán del Bing Bank, mi labor es como su maestra en clase:
– ¡Les enseña! – dijo rápido un niño que andaba distraído
– En realidad sí de alguna manera, les enseño a que debemos ser un equipo, les apoyo para que enfoquen desde quién guarda su dinero con nosotros y les doy tareas que no se la llevan a casa sino la hacen en horario de trabajo, para generar herramientas para que las personas tengan un mejor lugar para su dinero, que no se los roben, y que sepan cómo gastarlo. Se ha despedido de los niños, que no dejaban de felicitar a la hija de Justino por tener un papá capitán que libraba batallas tras una explosión en un Bing Bank.
Algunas conclusiones interesantes del Bing Bank, las tendrás disponible en el tercer libro de las #CharlasConJustino, espéralo para 2022
Autor: Héctor Ortega
Laboró durante 10 años para una entidad financiera, como responsable de Banca Electrónica de 6 países, en 2014 fundó Hypertech una empresa dedicada a canales digitales para el sector financiero.
Fundador de Beernnovation: Una comunidad del sector financiero con más de 400 miembros para divulgación, podcast y la revista llamada Be Innovation
Y autor del libro: “CEO de un NeoBank ¿Ahora que hago?” disponible en Amazon