El Rey y la Reina

El dolor era incesante, sentía que le explotaría la cabeza, decidió tomar un poco de aire, terminó en una cafetería, no supo como llegó.

Era CEO desde hacía un año atrás, era joven y muy inteligente, pero la poca experiencia le pasaba factura, el estrés lo estaba matando.

El Viejo Consultor decidió tomar un café, venía de una reunión exitosa con un CEO amigo suyo, estaba muy feliz.

El joven vio a nuestro amigo, decidió saludarle, los habían presentado en una conferencia que asistieron juntos, luego de las cortesías sociales, el joven hizo catarsis con El Viejo Consultor.

– ¿Te puedo contar un cuento?

– Sí, está bien, me puede distraer un poco – El Viejo Consultor soltó una sonrisita

“El Rey y la Reina”

“El efectivo es el rey” – el joven CEO hizo una mueca de desprecio – pero “La Operación es la Reina” – ahora abrió los ojos –

El Rey es frío y hasta poco empático, debe vigilar que haya efectivo (la sangre) en la organización, para pagar nómina, proveedores, impuestos, etc. En cambio la Reina es empática, organizada, con Autoridad para ofrecer calidad en el servicio al cliente, en la entrega de la cadena de producción, controla el día a día, los costos, los ingresos, el detalle fino es su fuerte.

La Reina asesina la innovación cada vez que surge, pero el Rey la resucita por otro lado, entre más veces lo haga, si avisar a la Reina, más tiempo ocioso le consume y problemas en el reino habrá.

“El Rey manda, pero la Reina mueve los hilos”

Como CEO te toca ser el Rey, y más vale que lo tengas muy claro, sin efectivo tu organización morirá, pero debes tener una Reina poderosa, que ponga atención a los detalles, al servicio y su entrega, esto dará más oxígeno al Rey para que la vida continúe.

“La Reina es el negocio”

Algo importante, solo puedes tener un rol, pero como CEO, no puedes delegar ser el Rey, pero eres responsable de la Reina, más no debes hacer su labor.

“Sin Rey no hay reino, sin Reina no hay trono”

El joven CEO bebió el resto de su café, se levantó como impulsado por un resorte, no espero a que terminará (si es que tenía fin el relato) y se fue sin decir palabra.

Regresó luego de unos cuántos minutos, le dio un gran abrazo a El Viejo Consultor dando las gracias y se fue a pasos agigantados, con una sonrisa en la boca, mientras murmuraba una y otra vez.

¡Gracias por la claridad, me da paz!

El Viejo Consultor se quedó pensando … No tuve tiempo para comentarle del Santo Grial, de los Caballeros y la mesa redonda.